Las personas que vivimos en Madrid nos encontramos ahora mismo en un limbo, zarandeadas obscenamente por los políticos que tienen que gestionar los efectos de la pandemia. Asistimos atónitos al pulso de dos administraciones -el Gobierno central y el regional- que, manejando los mismos datos, pretenden imponernos soluciones radicalmente distintas. ¿Cómo es posible, si ambos dicen moverse por criterios epidemiológicos y no ideológicos? Mismos datos, mismo objetivo y sin embargo, posturas totalmente enfrentadas, a pesar del paripé de hace unos días, cuando Pedro Sánchez y Díaz Ayuso se comprometieron públicamente a coordinar no se sabe qué. De tal forma que, en estos momentos, desconocemos si nos van a intervenir, si nos van a confinar, si no lo van a hacer... Viendo semejante espectáculo, cuesta creer que alguien esté pensando en nosotros.

El Ministro de Sanidad ha reiterado en las últimas horas que Madrid debe tomar medidas más contundentes. En caso contrario, ha advertido Illa en La Sexta, "deberá atenerse a las consecuencias". Al mismo tiempo, Díaz Ayuso apostaba por "soluciones creativas", alegando que Madrid no se puede cerrar porque sería lo fácil (¿fácil?) y nos llevaría a la ruina.

A mí, que a estas alturas me hablen de creatividad cuando lo único que hacen es pelearse en público, me parece una tomadura de pelo. Menos creatividad y más claridad. En plena pandemia y al borde del colapso sanitario y económico, qué menos que los acuerdos duren algo más que unas horas. ¿Cómo puede abogar por la creatividad una persona a la que le van dimitiendo los responsables del área sanitaria? ¿Podemos estar tranquilos ante un gobierno autonómico que da la sensación de estar completamente desbordado y a la deriva? ¿Se puede negar este desastre, de una manera tan infantil, diciendo que es que el gobierno central les tiene manía? Por otro lado, ¿cómo puede un ministro amenazar durante varios días con intervenir en un territorio, acongojando así a todos los que vivimos en él? ¿Podemos fiarnos de alguien? Una de las cosas más desestabilizadoras que hay en la vida, en general en todos los ámbitos, es la incertidumbre. Me vale para lo personal o también para lo económico. Para todo. Y en estos momentos, no tenemos ninguna certeza. Comprendo que una pandemia de un virus desconocido ofrece pocas. Pero si tampoco tenemos claro quién está pilotando la nave, con qué criterios y con qué objetivos, apaga y vámonos. Vámonos, que esta gente querrá seguir tirándose la pandemia a la cabeza.