En una situación inédita en nuestra historia reciente, con millones de personas confinadas en sus casas para frenar el coronavirus, con la urgencia de aislar a los más mayores de sus propias familias para que su vulnerabilidad no juegue en su contra, con todo un país en estado de alarma, en definitiva, siempre hay representantes políticos dispuestos a hacer el ridículo. Si no, España no sería España.

Quim Torra se desmarcó ayer del texto que firmaron todos los Presidentes autonómicos con Pedro Sánchez. Era simplemente una declaración genérica de buenas intenciones sobre la necesidad de estar unidos y de dotar de medios a los profesionales sanitarios y el reconocimiento de que será necesario adoptar medidas económicas para sobrevivir cuando todo esto pase. El Presidente de la Generalitat fue el único que no lo firmó. Torra ha dicho que él piensa seguir adoptando las iniciativas que considere oportunas y que todo lo que está haciendo Pedro Sánchez solo sirve para "recentralizar competencias", no para frenar la propagación del coronavirus. Demuestra así el dirigente independentista su obsesión por ser diferente, por hacer lo contrario de lo que hacen los demás, no le vayan a confundir con uno de ellos.

El lehendakari también protesta por el hecho de que el gobierno asuma el mando de la Ertzaintza, pero ha sugerido que serán frentes que abrirá en todo caso más adelante para no contribuir "a una ceremonia del desacuerdo". Me parece una postura algo más digna.

Lo de Torra no tiene nombre. Da mucha vergüenza ajena. Que esté muriendo gente, cayendo los más mayores como chinches por culpa del coronavirus, y que a este señor solo le preocupe que durante unos días quede a la intemperie su subordinación al Gobierno central es indigno. Pero bueno, cada uno hace el ridículo como quiere. No se debería anteponer el independentismo a un problema de emergencia sanitaria. Es puro sentido común. Lo mismo se puede decir de Clara Ponsatí, que fue consejera del gobierno catalán. Ayer enlazó en Twitter una noticia sobre la decisión de no cerrar Madrid a pesar de los riesgos que corre la comunidad y escribió: "De Madrid al cielo". Decir algo así cuando está muriendo tanta gente en Madrid es muy miserable. Pero además, decirlo cuando toda España, incluida Cataluña, está sufriendo bajas es frívolo. Contra la epidemia, llegará la vacuna. Contra la estupidez, no.