228 muertos después y muchos insultos a su memoria acompañados de mentiras hacen que tengamos que hacernos las preguntas en público que llevamos meses haciéndonos en privado por una cuestión de responsabilidad y pudor que hemos visto que no tiene quien está al mando de la presidencia de la Generalitat. Carlos Mazón estuvo de comilona con al menos una botella de vino, reconocido por Maribel Vilaplana, y sin querer facilitar la factura porque no quiere que se sepa cuáles eran el resto de bebercios que allí hubo. Porque claro que hubo más. A las 18:28 hizo una llamada por Whastapp a Jordi Mayor, Alcalde de Cullera, que en palabras del alcalde fue extraña, "Fue una llamada propia de alguien que sale de una comida de 5 horas", en resumen, no propia de un presidente y en un tono festivo que no tenía nada que ver con la alerta de emergencia que en ese momento estaba sufriendo Valencia. “Una conversación de café, copa y puro”. Así la definió. Esta es la única persona que ha trascendido que hablara con Carlos Mazón tras esa comida, la única que ha podido decir cómo se encontraba. Sigamos con los hechos.
A las 18:30 se produjo la primera llamada de Salomé Pradas que no fue atendida por Carlos Mazón en ese lapso de más de una hora hasta las 19:43 cuando devolvió las llamadas. En ese periodo de tiempo según Carlos Mazón él se encontraba en el Palau, un lugar donde sí hay cobertura y que no justificaría en ningún caso que no atendiera a su responsable de emergencias con la UME ya desplegada. No tenemos imágenes del Palau porque las han borrado cumpliendo la legislación, legislación que han incumplido para filtrar una imagen del Cecopi que le pueda salvar del delito penal. Han borrado las que prueban sus mentiras. Todas las trapacerías de Mazón y los hechos ya conocidos nos guían a la verdad. Los hechos llevan a un lugar determinado claro. Carlos Mazón no estaba trabajando, estaba divirtiéndose y la diversión le provocó un malestar fisiológico que le propició que tuviera que descansar durante más de una hora para poder recuperarse del desequilibrio. Y si no es así, a qué se debe que colgara las llamadas insistentes de su consellera de emergencias en medio de la emergencia más grande la historia contemporánea de Valencia. ¿Qué estaba haciendo que era más importante?
Lo único que podrá sacarnos de dudas es que la gente que acompañaba a Carlos Mazón recupere la vergüenza y confiese dónde estaba y qué estaba haciendo, que la factura de El Ventorro se conozca con todo lo que allí se consumió y que a Carlos Mazón se le mande al vertedero de la historia a expiar las culpas que costaron la vida a más de 200 valencianos. Porque la pregunta que todos nos estamos haciendo es si Carlos Mazón no atendió las llamadas porque no estaba en condiciones de hacerlo y si es así a qué se debía estar tan perjudicado después de saber que su comunidad se encontraba en alerta roja por una emergencia meteorológica. Los muertos y sus familias merecen respuestas a estas preguntas.
Hay mucha gente que sabía dónde, con quién y en qué condiciones estaba Carlos Mazón el día de la DANA en las horas en las que la gente de Valencia moría ahogándose. Una de las conocidas es la periodista Maribel Vilaplana, que viendo las mentiras de Carlos Mazón se está convirtiendo en cómplice del dolor de todas las familias al guardar silencio sobre lo que pasó esas horas trágicas. Puede que callar le permita seguir viviendo de dar conferencias con dinero público, pero la conciencia será más ruidosa aún que el grito de las familias cada vez que salen a la calle. A día de hoy siguen tres personas desaparecidas: Francisco Ruiz, de 64 años; Francisco Javier Vicente de 56 años y Elisabet Gil, de 38 años. Piensen en ellas por si las sale la decencia en algún momento, aunque sea para dar descanso y consuelo a sus familias, porque paz no va a tener nadie que proteja a un personaje tan infecto y despreciable como Carlos Mazón.