"Nosotros le deportaremos", escribía VOX en una de sus redes sociales comentando la noticia de que Pablo Iglesias llevaría en sus listas a Serigne Mbaye, portavoz del sindicato de manteros. Mbaye es un ciudadano español de origen senegalés, la razón por la que VOX dice que deportará a un ciudadano español de pleno derecho es única y exclusivamente porque es negro y va en las listas de Unidas Podemos. No hay otra razón por la que VOX afirme que quiere deportar a Serigne Mbaye, porque tiene el mismo derecho legal a estar en España, votar en España, e ir a unas listas electorales en España que Santiago Abascal. De hecho un poco más porque lleva bastante más años cotizados fuera de la política que el líder de VOX, por si hubiera que añadir méritos. VOX está diciendo de manera abierta que deportará a un ciudadano español por el color de su piel, por ser negro. Solo hay un hecho más grave que ese mensaje, el silencio después del mensaje y que no se haya convertido en la noticia que marque la agenda pública.

Si Serigne Mbaye en vez de ser negro hubiera sido judío la cosa hubiera cambiado y habría actuado de oficio hasta la Fiscalía. Les cambio el titular: Unidas Podemos dice que deportará a un ciudadano español por ser judío tras presentarse a las elecciones con VOX. A veces es necesario cambiar el sujeto del discurso de odio, sirve para que se pueda ver con perspectiva que el discurso de VOX es similar al que se planteó en los años previos al ascenso del nazismo pero cambiando el sujeto político que es diana de sus soflamas. No existe ninguna diferencia sustancial entre expresar que quitarías la ciudadanía española y deportarías a un individuo por ser negro que el mensaje que acabó con la promulgación de las leyes de Nuremberg. Solo cambia la posibilidad de llevarlo a cabo. El mensaje es el mismo.

No es necesario que explique lo que hubiera ocurrido si en vez de decir que deportarán a un ciudadano español por el simple hecho de ser negro hubiera sido un ciudadano judío. Porque tenemos un ejemplo que sirve de referencia de hace solo unos días. En el homenaje a la División Azul una falangista de Bastión Frontal realizó un discurso antisemita y ya se encuentra inmersa en una investigación por delito de odio. Las repercusiones en la opinión pública de la noticia fueran a nivel nacional, todos los medios se hicieron eco de la publicación de La Marea y se convirtió por un día en la noticia que marcó la agenda pública. Porque el sujeto diana del discurso de odio fue un judío, no un simple negro. Isabel Peralta, la falangista antisemita, es miembro de Bastión Frontal, el grupo que ayer insultó a Pablo Iglesias en Coslada. Un grupo neonazi que se dedica a "cazar" inmigrantes por el barrio de San Blas. No son manifestantes, ni votantes, ni jóvenes que protestan, son nazis. Simples nazis. Es fácil llamar nazis a los nazis. No hay que buscar eufemismos para intentar convertir un acto violento de nazis en una protesta ciudadana contra Pablo Iglesias. El nazismo es una ideología criminal y cualquiera que oculte la filiación de esos nazis es cómplice de esa ideología criminal.

La responsabilidad mediática en la asimilación del discurso de extrema derecha que atenta de manera abierta con los derechos humanos no puede dejar de ser denunciada. Los medios de comunicación conservadores han actuado de catalizadores del discurso de odio de VOX para poder convertirlo en un socio aceptable para formar gobierno con el PP porque son conscientes de que sin la extrema derecha no tendrían ningún poder. Un discurso que busca asimilar a Unidas Podemos con VOX como polos similares de un espectro para justificar que si Pablo Iglesias puede ser vicepresidente también puede serlo Abascal. Un discurso falaz y peligroso que asimila a los racistas con los antirracistas y que cuenta con cómplices en el PSOE como Margarita Robles y Ángel Gabilondo que consideran a ambos partidos extremistas peligrosos. Ni un extremo ni otro, ni partidos que llevan en sus listas a Serigne Mbaye ni partidos que amenazan con deportarlo por ser negro. Son lo mismo.