Cuando las redes sociales aparecieron en nuestras vidas no sabíamos entonces el papel tan crucial que jugarían en nuestro ocio y tiempo libre. Ni de la influencia que de algún modo tendrían en nosotros, sobre todo y por supuesto en los adolescentes. Tampoco que pasaríamos tanto -y tanto- tiempo en ellas.
Según datos de un estudio publicado en 2023, por el medidor de audiencias GfK DAM, más de 28 millones de personas acceden cada día a las redes sociales en España y de media, les dedicamos unos 42 minutos diarios, siendo Facebook e Instagram nuestras redes preferidas.
De ahí, de esa omnipresencia que tienen las redes en nuestra vida, que surjan adicciones en su consumo, problemas de salud mental y autoestima, sobre todo en los más jóvenes, o fenómenos como el llamado FOMO (Fear Of Missing Out), esto es, el temor a estar perdiéndonos experiencias que otras personas están viviendo, que sería precisamente lo contrario al fenómeno JOMO (Joy Of Missing Out) que cada vez más personas intentar seguir.
El JOMO sería el placer de no estar siempre conectados y de hacer las cosas que realmente nos gustan sin presiones ni agobios al qué dirán. Por ejemplo, quedarme en casa porque me apetece aunque me pierda esa superfiesta a la que irán todos.
FOMO, lo contrario al fenómeno JOMO
"Nos bombardean constantemente con imágenes y publicaciones que muestran la vida idealizada de los demás, y eso puede generar una sensación de ansiedad o inquietud, como si debiéramos estar en todas partes al mismo tiempo", afirma Oliver Serrano León, consultor digital y director del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea.
De este modo y tal como apunta la psicóloga María Padilla, directora del centro Capital Psicólogos, "el FOMO es la ansiedad que surge al ver que otros parecen estar disfrutando de momentos, eventos o experiencias que nosotros no estamos viviendo". Algunas características de este fenómeno, enumera la experta, son:
- Comparación constante. Vemos los logros, fiestas y viajes de otros, y sentimos que nuestras vidas son menos interesantes.
- Sobreestimulación. El flujo constante de información visual y la hiperconectividad nos deja sintiendo que siempre hay algo "mejor" que deberíamos estar haciendo.
- Ansiedad social. Tememos no estar participando en actividades o eventos que puedan hacer que nos sintamos parte de un grupo, ya que la exclusión puede ser vista como un fracaso social.
En contraposición a éste, está surgiendo otro fenómeno llamado JOMO, que es totalmente lo contrario. El JOMO nos recuerda la importancia de desconectar y disfrutar de lo que realmente nos hace bien, sin la presión de seguir el ritmo de los demás", explica Serrano.
¿Qué es el JOMO?
Últimamente, en estos últimos tiempo, explica el profesor Serrano, "se habla más de JOMO (que de FOMO) porque muchas personas están empezando a valorar más la calma y el bienestar personal que la hiperconexión".
El FOMO, ese temor o ansiedad a perderse cosas, afecta tanto a jóvenes como adultos, apunta Padilla, "pero los jóvenes son más vulnerables, debido a su alta exposición a las redes sociales y a la constante comparación con sus pares". Por su parte, "el JOMO está comenzando a aparecer más entre los adultos que buscan un equilibrio entre las demandas sociales y su bienestar personal".
El fenómeno JOMO en los adultos está relacionado, fundamentalmente, con tres aspectos, según enumera Padilla.
- Madurez emocional. A medida que crecemos, nos damos cuenta de que no es necesario estar en todas partes ni hacerlo todo para sentirnos realizados.
- Búsqueda de bienestar. El aumento del estrés y el "burnout" (agotamiento) por la constante sobrecarga de información y actividades puede llevar a las personas a buscar alternativas más tranquilas y equilibradas.
- Valoración del tiempo propio. Los adultos tienden a priorizar más el tiempo para sí mismos, lo que implica disfrutar de actividades más introspectivas, como leer, descansar o pasar tiempo en casa.
En los más jóvenes, es todavía un fenómeno emergente; aunque empiezan a verse señales de que algunos buscan desconectarse o ser menos dependientes de las redes sociales, el uso de estas plataformas sigue siendo aún muy dominante. "Aún así, hay un creciente interés por parte de algunos jóvenes en prácticas como la desintoxicación digital o la conciencia plena (mindfulness), que podrían estar abriendo camino al JOMO en estas nuevas generaciones", subraya la psicóloga.
Hay que destacar que el JOMO no se aplica solo a redes sociales sino que en general, "se trata de sentirse bien por elegir qué hacer y qué no hacer, sin el miedo o la culpa de perderse algo. Es aprender a disfrutar de los momentos de calma, descanso o actividades que realmente te llenan, sin la necesidad de "estar en todo" o seguir las expectativas sociales", añade.
"El JOMO es un enfoque que puede aplicarse a muchos aspectos de la vida cotidiana. Es la libertad de poder decir 'hoy me quedo en casa porque me apetece', sin sentir culpa por no estar en todos los planes. Todos hemos estado en la situación en la que nuestros amigos hacen algo, pero lo que de verdad necesitamos es un momento de calma, como quedarnos en casa viendo una película", apunta el profesor Serrano.
En definitiva, añade, "nos permite disfrutar de esa elección, sin el miedo a estar perdiéndonos algo mejor. Y lo más importante, nos ayuda a cuidar nuestra salud mental, ya que fomenta un enfoque de vida más equilibrado y centrado en nuestros verdaderas necesidades y deseos".
Beneficios del JOMO
Y todo esto además, trae consigo una serie de beneficios, tales como:
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- Reducción de estrés: No sentir la presión de estar siempre en movimiento o presente en todas partes genera una paz mental que ayuda a reducir la ansiedad.
- Fortalecimiento del bienestar personal: Al aprender a disfrutar de momentos de calma y actividades introspectivas, aumentas tu bienestar emocional y físico.
- Mejora de la concentración y el foco: Al no dispersar tu atención en lo que los demás están haciendo, puedes concentrarte en lo que realmente importa para ti.
Y por último, finaliza Padilla, el fomento de la autonomía emocional: "El JOMO nos ayuda a ser más independientes de las validaciones externas, aprendemos a valorar nuestras decisiones y a sentirnos bien con lo que hacemos, sin necesitar aprobación social constante de los demás".