Viajestic » Destinos

Europa

Marsala, el color del año y una acogedora ciudad italiana

Una visita imprescindible en la costa occidental de Sicilia en la que Pantone se ha inspirado

Publicidad

Marsala es, para muchos, un paraíso. No solo porque es una localidad que desprende el encanto típico de cualquier lugar italiano, sino porque tiene tras de sí mucha historia. Marsala es una pequeña ciudad con vistas al mar, construida sobre la punta de Sicilia y con influencias históricas griegas, romanas, árabes y normandas. Pero, más allá de lo que ha creado la mano del hombre, la propia naturaleza en Marsala se expresa de la forma que desea. Su nombre es sugerente, evocador y nos puede resultar conocido por varias razones, en concreto tres. La primera de ellas es que allí se produjo el desembarco de Garibaldi y todas las aventuras que esto conllevó, la segunda es que cuenta con una producción de afamados vinos que dan la vuelta al mundo y la tercera de ellas que Pantone ha elegido el Marsala como color del año. Sí, el Pantone 18-1438 tiene un color terroso que recuerda al vino y es el tono del 2015. Ha sido bautizado con el nombre de Marsala y es sofisticado, intenso y carismático. Es un color que llama la atención y combina tanto con la moda con el hogar. Y, ¿qué mejor que este año para visitar la localidad que le da nombre al color del año? Se encuentra al sur de Trápani y dicen que Marsala fue una ciudad fenicia muy importante, ya que estaba rodeada por una muralla de seis metros de alto y poseía varios túneles subterráneos que permitían la huida en caso de amenaza. Bajo el dominio de los romanos, Marsala fue un importante puerto del Mediterráneo por su excepcional ubicación. El casco antiguo de la ciudad tiene muchos comercios en los que se venden productos típicos, la catedral es una maravilla en piedra, al igual que la Porta Nova, dos puntos que se pueden visitar en un breve paseo. Las casas de Marsala son bajas, típicas de un puerto marinero y tras un recorrido por algunas de sus calles más emblemáticas se recomienda visitar, por ejemplo, el Museo de los Tapices o el Museo Arqueológico. En el Parque Arqueológico se aglutinan varias casas romanas con alegres mosaicos y también se pueden contemplar los restos de las termas romanas. En Marsala también hace mucho viento, por lo que es posible practicar algunos deportes como el kitesurf, el windsurf o aprovechar para dar un paseo en barco mientras se pone el sol. Pero, sin duda, una de las visitas obligadas es sumergirse en su centro histórico, entre las antiguas puertas de la ciudad, mientras se saborea algunos de sus vinos o quesos, alimentos de la dieta mediterránea tan irresistibles como las vistas de la ciudad. A las afueras, en la reserva natural de La Laguna, hay una salina que también se puede visitar y que ofrece unas vistas impresionantes, además de una luz única que invita a la calma.

Publicidad