Los primeros minutos se perfilan como una declaración de intenciones de Rick. Tanto de forma metafórica, un individuo abandonado en la carretera suplicando ayuda ya no le da ninguna pena; como de forma explícita, que Michonne esté allí no es casualidad, es solo por sus intereses en común y su alianza es "solo por ahora".

Sin embargo, la llegada al pueblo de Rick lo cambia todo. Es un lugar devastado por la invasión zombie en el que solo hay un superviviente: Morgan, aquel vecino que le salvó la vida al despertar del coma. La historia quedó en aquella promesa de conectar por walkie-talkie hace ya mucho tiempo.

Morgan ha hecho de su urbanización una fortaleza que solo puede construir un demente. Trampas, hachas, estacas, jaulas... todo un refugio enfermizo, un lugar lleno de mensajes escritos en sus paredes, mensajes que no sabemos bien si son premonitorios o simplemente post-apocalípticos.

Morgan ni siquiera reconoce a Rick al principio. Antes de hacerlo le suplica que lo mate, y cuando lo hace, llega el reproche: no estuvo allí para escucharle. Sin embargo, tras relatar sus destinos, vuelve a suplicárselo pero Rick no cree que esta vez sea "lo que tiene que hacer". Son dos hombres que han perdido mucho, dos hombres con obsesiones y misiones muy distintas: uno se queda a purificar almas perdidas , otro dispuesto a luchar.

La otra historia la protagonizan Carl y Michonne. Carl, tras su primer "Tuve que hacerlo" al sacrificar a su madre, repite la frase cuando se defienden de Morgan. Hace tiempo que ha dejado de ser un niño, pero necesita un último recuerdo de cuando sí lo fue: la última foto de su madre. Michonne, una enemiga inicial, le consigue ese preciado recuerdo. Este gesto tampoco es casual, es una unión crucial para el futuro.

Un capítulo magistral, que a través de un ritmo pausado, se convierte en una reflexión sobre la vida y la muerte. Nos recuerda por qué hemos llegado hasta aquí, en una serie en la que muchas veces y cada vez más olvidamos que el contagio zombie es la amenaza real. 

Como guinda, un final musical de nuevo, con el tema "Lead me home" de Jamie N. Commons.