"A las ratas les encanta la cocaína y eso libera mucha dopamina en el cerebro", asegura una experta en adicciones de la Universidad de Standford, que muestra los niveles de este neurotransmisor en el cerebro de los roedores, sometidos a una exposición a esta droga en un experimento.

Un grupo de investigadores enseñaron a una rata que, cuando viera una luz, sabría que, al presionar un botón o una palanca, recibiría una dosis. Así, descubrieron que esta no solo experimenta un incremento de dopamina cuando recibe la cocaína sino que también tiene "un pequeño subidón" de este mensajero químico cuando ve la luz que le indica que la cocaína está llegando.

Por lo que esa luz equivale a una notificación en el móvil de Snapchat, Instagram o cualquier otra red social. "Recibimos un pequeño chute de dopamina con cada notificación, seguido por un estado de mini déficit de ella", señala. De manera que, cuando tenemos esta carencia, "la urgencia fisiológica por alcanzar esta recompensa es abrumadora, lo que nos lleva a coger el móvil para chequearlo. Casi no podemos evitar hacerlo", indica.

"Es su carácter caprichoso e imprevisible lo que hace que sean más adictivas", expone, y explica que mientras buscamos la inyección de dopamina es difícil ver la relación de causa-efecto, pero, con el paso del tiempo, "en adicciones severas, es innegable": "Tengo pacientes con adicción a los videojuegos o la pornografía que tienen ansiedad, están deprimidos o tienen pensamientos suicidas por su incapacidad de dejar de consumir esa forma de tecnología".