Tor: una historia de Carles Porta
La alianza de Sansa con Ruben Castañer que fue el principio de su final: así quiso explotar la montaña de Tor en contra de sus vecinos
En 1976, Sansa tenía claro que la montaña de Tor tenía un gran potencial económico sin aprovechar. Por ello, contactó con el agente inmobiliario Ruben Castañer. Su alianza con él y con los ingleses pudo marcar el principio de su final.

"¿Te has fijado en que en Tor todo pasa en julio?", pregunta Pili Tomás, de Casa Sisqueta a Carles Porta. La vecina de Tor rememora en este quinto episodio del true crime que emite laSexta cómo Ruben Castañer intentó convencerles para que los habitantes de este recóndito pueblo de los Pirineos permitieran que unos inversores ingleses hicieran en su montaña, prácticamente virgen, una estación de esquí.
La cabeza pensante tras esta idea no era otra que la de Sansa, quien en los setenta había contactado con este agente inmobiliario para intentar sacar rendimiento económico de aquellas tierras. "Vino un hombre y pasó casa por casa y nos dijo que quería hablar con nosotros y que nos quería dar dinero", relata Pili.
No se fiaban de Ruben Castañer
"Bien que nos hacía falta el dinero. Nosotros no teníamos nada", afirma. La madre de Pili se había quedado viuda con siete hijos a cargo. A pesar de su desesperada situación, no confiaba en aquel señor. "Mi madre y mi abuela fueron a hablarle y les ofreció que quería hacer un arrendamiento por 99 años y que daría 20 millones de pesetas por cada casa. En aquella época, eso era una fortuna. Pero mi madre dijo: 'Estos tratos son demasiado fáciles, detrás se esconde algo'", rememora.
Después de aquel encuentro, hablaron con Palanca, el otro gran cacique del pueblo además de Sansa: "Palanca dijo: 'Pero, ¿el resto de la gente que ha marchado, que tienen casa aquí, no les van a dar dinero?'". Pero para Sansa, esas personas no tenían derechos sobre la montaña. "Cuando dejas de residir en el pueblo y te vas a vivir a otro sitio, pierdes los derechos automáticamente y pasas a engrosar la parte proporcional de los demás", defendía el propio Sansa ante las cámaras de televisión en los años noventa.
[[H2:Sansa, Cerdà y La Peretona contra Palanca y Sisqueta]
"Decidimos junto a Palanca que no firmaríamos. Y ahí es cuando sí firmaron las tres casas: Sansa, Cerdà y La Peretona", cuenta Pili. En ese momento, el pueblo quedó dividido. "Se quedaron estos tres con Ruben. Nosotros y Palanca nos quedamos con los que decían que eran forasteros, que tampoco eran forasteros. Era gente que tenía casa y era vecina del pueblo. Habían marchado porque no podían vivir en Tor.
"Los tres que se creían con derechos sobre la montaña, Sansa, Peretona y Sarroca, no querían a los demás en el proyecto, especialmente a Palanca", explica Carles Porta. Ellos se quejaron a Castañer de que Palanca siempre les daba problemas con la madera, el ganado y los prados.
El primer encuentro entre Castañer y Palanca
El agente inmobiliario se reunió con Jordi Riba para hablar de este asunto. "Si las cosas son pacíficas se puede encontrar capital y esta finca de 4.800 hectáreas, una de las más grandes de España, tiene que tener un progreso turístico", relataba en 1997, después del asesinato de Sansa, Ruben Castañer. Pero lejos de llegar a un entendimiento, las diferencias entre ellos fueron a más. Ambos se convirtieron en enemigos y su violento enfrentamiento llegaría a tener graves consecuencias y a cobrarse la vida de dos personas en Tor.
Años más tarde, Ruben pagó un abogado a Sansa, Cerdá y Peretona para que presentaran una demanda contra los demás vecinos con el fin de dejarlos a todos fuera de la sociedad. Una demanda que se resolvió en febrero de 1995, cuando un juez dictaminó que la propiedad única de la montaña era de Sansa. Meses después, fue asesinado.
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