Hasta ese momento, España vivía los felices días del ladrillo. Nuestra economía se batía con las más poderosas del mundo. Las grandes empresas españolas se hacían fuertes fuera de nuestras fronteras y aparecían en los ránkings entre las más importantes del mundo. Bancos y cajas conseguían beneficios milmillonarios y conformaban, o eso nos decían, el sistema financiero más robusto del mundo.

Cinco años después, los buenos tiempos parecen muy lejanos. Casi un sueño. Hoy sabemos que en España las cosas se hicieron muy mal durante aquellos años de vacas gordas. Y eso nos está pasando factura.

Centenares de miles de empresas han tenido que cerrar. Muchas de ellas han muerto ahogadas por la falta de crédito que nuestro sistema financiero, tras el estrepitoso hundimiento de las cajas, ya no es capaz de proporcionar. Los miles de millones de euros que se le han inyectado a los bancos no llegan a la economía real.

Las que han conseguido resistir tienen serios problemas que les obligan a buscar recursos financieros fuera de los bancos. Y eso las hace muy vulnerables a quienes tienen dinero y buscan comprar barato. España es hoy un país en venta.

Es un fenómeno que se da en todos los sectores. Incluso en uno que hasta ahora era intocable: la banca. El Banco de España siempre ha sido muy reacio a dejar a fondos extranjeros entrar en bancos españoles. Sin embargo, el FROB, ese organismo que ya da por perdidos 36.000 millones públicos inyectados a los bancos, ha abierto la veda. De momento, ha vendido el Banco EVO, filial de NovaGalicia, a un fondo de inversión estadounidense por sólo 60 millones de euros. Ese mismo fondo, de nombre Apollo, se ha hecho también con una financiera filial de Bankia, FinanMadrid, por 1,6 millones.

Además, el multimillonario colombiano Jaime Gillinski y el mexicano David Martínez han aprovechado la bajísima valoración del Banco de Sabadell para convertirse en sus máximos accionistas. Y hay otros fondos tomando posiciones.

Peor aún están las cosas en la industria. Casi el 40%  del sector está ya en manos de empresas extranjeras. Y entre ellas destaca el interés de las alemanas por entrar en España. Han invertido DATO.