Xosé Luis Baltar está imputado por un delito de prevaricación. El fiscal le acusa de haber colocado a 104 personas en la Diputación de Ourense. Tras dos décadas esquivando a la justicia por casos parecidos, los investigadores creen que esta vez fue demasiado lejos. Y demasiado rápido. La supuesta razón: estaba en juego la herencia de su hijo.
El PP provincial debía elegir presidente y había dos aspirantes. Por un lado, Baltar junior y por otro el candidato de Núñez Feijóo. La policía cree que Baltar padre vio peligrar la victoria de Baltar hijo, así que habría contratado a los familiares de militantes del PP con derecho a voto, para garantizar que su vástago ganara el congreso y le sucediera, y poco después, también en la Presidencia de la Diputación.
Para cumplir ese objetivo podría haberse saltado las leyes. Su diputación llegó a tener 1.000 empleados. Muchos de ellos, pasaron antes por el despacho de Baltar. Y así, desde hace más de dos décadas.
Desde entonces, por donde pasa, deja su sello. La escuela en la que fue maestro es hoy un local social pagado por la Diputación. El tanatorio del pueblo también fue reformado con dinero de la Diputación. Su manera de ser, alcanzaba la cima en sus mítines de campaña. Si había que aplaudir, era el que más. Si había que saltar, era el que más. Y si había que calentar al auditorio, era, por supuesto, el que más.
Deslenguado, cercano, experto en encontrar trabajo a los suyos y con muchos años en el poder. Ni él, ni su hijo, ni nadie de la diputación o del PP de Ourense ha querido
responder a La Sexta Columna. Ante las cámaras del Intermedio, Baltar sí admitió ser un cacique.
Y si una persona es muy buena, tiene muchos amigos. Así se demostró cuando Baltar acudió a declarar. Medio centenar de personas le esperaba a la puerta de los juzgados, todos con cargos en la provincia. Todos dispuestos a proteger al gran jefe.
Junto a él, uno de los 33 porteros que llegó a tener la Diputación, el alcalde de Bande, el de Celanova, una concejala de Ourense, otro alcalde y diputado provincial (procesado por amenazas), una diputada del PP en el Congreso de los diputados y más ediles: los de Laza, Chandrexa de Queixa o
El alcalde de Monterrei, José Luis Suárez, es amigo de Baltar. Lleva 32 años de alcalde en este pueblo de Ourense de 3.000 habitantes. A él también le han acusado de ser un cacique: "Seremos caciques, pero nos votan", asegura.
De eso se trata: de votos. Baltar se enfrentó a Fraga... pero pactaron. Baltar también tuvo tensiones con Feijóo... y también pactaron. Porque, por encima de sus métodos, Xosé Luis Baltar siempre fue una máquina de asegurar votos para su partido.
Fue presidente del Zamora CF
¿Por qué se mete Aldama en el mundo del fútbol? "Con los fichajes es muy fácil camuflar comisiones"
El presunto conseguidor del 'caso Koldo' tuvo una experiencia en los palcos de fútbol con el Zamora. "De manera sencilla se puede esconder dinero y eludirlo a Hacienda", explica Campos.