En la persecución a muerte que sufrieron los exiliados republicanos en Francia emerge una oscura y poco conocida figura: Pedro Urraca. "Se convirtió en los ojos de Franco en Francia, era el vigilante por antonomasia del régimen allí", afirma Loreto Urraca, su nieta.
En el vídeo sobre estas líneas, explica que no supo de la existencia de Pedro Urraca hasta el día que cumplió los 18 años: "Mi padre, que se había ido de casa cuando yo era muy pequeña, me llamó y me propuso conocernos, pero que también conociera a sus padres", recuerda Loreto, que entonces sólo podía intuir un lado oscuro en el pasado de ese hombre.
Sus intuiciones se convirtieron en certeza años después. Al leer el periódico, Loreto descubrió que, en realidad, su abuelo era un despiadado represor con una misión muy clara: "Localizar, vigilar, perseguir y capturar a los máximos dirigentes políticos de la II República", explica a laSexta Columna, donde también señala que "cuando termino de leer aquel artículo, lo que me entró fue una tremenda vergüenza de decir 'vaya abuelo que yo tenía'".
Avergonzada de su abuelo, el 'cazador de rojos', pasaron años hasta que Loreto fue capaz de volver a enfrentarse a ese apellido que, según ella, "tanta guerra me ha traído desde siempre, porque es ridículo, sonoro, fácil de recordar". Empieza entonces una larga búsqueda que le lleva por multitud de archivos, de varias ciudades para descubrir la verdad detrás de este personaje: "Todo lo que ha hecho Pedro Urraca es indigno. Entonces, yo que llevo su apellido, necesito recuperar esa dignidad que él le ha quitado", afirma.