La familia de Mercedes fue una de esas miles que al acabar la guerra tuvo que elegir entre el exilio o la represión: "Con el régimen que venía, sabía que era peligroso quedarse, entonces mi papá dijo 'nos tenemos que ir'", comenta en el vídeo sobre estas líneas.
"Éramos 500.000 personas por los caminos, una cola que no termina nunca, como una serpiente que va así por los caminos", explica Mercedes a laSexta Columna, donde recuerda a "la gente llorando, las madres sufriendo". Mercedes apenas tenía cuatro años y medio cuando su familia lo dejó todo atrás, entre ello sus muñecas: "Mi papá me dijo 'no, las metes en una cajita, que una agencia vendrá a buscarla', pero eso no fue así", señala.
Con su padre, el poeta Álvaro de Orriols, amenazado por su compromiso republicano, el objetivo fundamental de la familia era cruzar como sea a Francia: "Quiso comprar un burro, un caballo, un carro... Porque mi padre traía dinero, pero tampoco querían vender porque sabían que ese dinero luego no les valdría tampoco", apunta Mercedes, que relata que en aquel arduo camino "íbamos todos andando sin comer, sin beber, durmiendo en la carretera, donde podíamos, donde encontrábamos que nos dieran un pedacito de pan, un huevo frito". Un recorrido que, según ella, duró quince días.
Tantas décadas después, Mercedes recuerda junto a su hijo dolorosas escenas que presenció siendo sólo una niña: "Teníamos una amiga que perdió a su niño de pecho, y lo tuvo que enterrar por el camino. Para arrancárselo su marido, lo que le costó", afirma. Además del hambre o el cansancio, señala que "al mismo tiempo que andábamos por la carretera, nos bombardeaban y nos ametrallaban".
"Koldo me pidió si podía echar una mano..."