"Me preparo, desayuno, doy un 'gritillo' a mis niñas para que se vayan espabilando y me voy a trabajar", cuenta Sole. Para la mujer, su casa en Torrejón de Ardoz significaba dejar atrás las penurias. "Yo perdí mi vivienda por una enfermedad, solicitamos un piso de la Comunidad de Madrid y fenomenal porque de esa situación tan horrible a venir aquí y decir: 'Voy a respirar, es de la Comunidad, sé que puedo estar aquí de alquiler y un alquiler que me puedo permitir'", relata.

La tranquilidad solo le duró cuatro años, hasta que se dio cuenta de que su casero ya no era la Comunidad de Madrid. Ahora el propietario era un fondo buitre, filial de Blackstone. "Llega 2016 y nos dicen que la ha comprado Fidere. Vamos a firmar tres años un contrato que tampoco estaba mal, pero llega 2019 y nos dicen que tenemos que pagar 750, más comunidad, más IBI y no se puede", lamenta Sole.

"Yo todos los días me voy a trabajar y en el autobús voy pensando: 'Qué pasará hoy'. Cuando mis hijas salen del instituto las llamo y les pregunto si hay algo en el buzón. Estar así es un sinvivir", expresa la mujer. Sin embargo, asegura que no se va a rendir hasta que no le "queden fuerzas".

Hace seis meses, cuando grabamos por primera vez, Sole aún resistía. Ahora volvemos a encontrarnos con ella. La presión del fondo buitre la ha superado. Blackstone la denunció por no pagar todo el alquiler y en enero firmó el contrato con su filial. "Han sido las peores navidades de mi vida. Tener una demanda pensando que en marzo me puedo ir a la calle con mis hijas y mi marido es horrible y decidí firmar", manifiesta.

Después de denunciarla, Blackstone le hizo una oferta: pagaría 100 euros menos respecto a lo que le pedían. "En total se nos pondría entre 750 y 760 euros más o menos, cuando inicialmente me pedían 860. Lo puedo asumir con mucho sacrificio, con aumento de horas de trabajo y ayuda a los 'papis'", indica.