Hacer negocios en el país de los propietarios ha favorecido a la banca. Las inyecciones de dinero público están favoreciendo a la banca. Socializar sus pérdidas está favoreciendo a la banca. ¿Y la ley? La ley también.

Seis jueces han denunciado los abusos de los bancos cuando desahucian a sus clientes. Lo han hecho en un informe dirigido por Manuel Almenar, un vocal del Consejo General del Poder Judicial. El origen del abuso es un privilegio anterior a las guerras mundiales. Los bancos expropian hoy con una ley de 1909.

En los últimos cuatro años se han producido en España 350.000 desahucios. Según los jueces, quienes pierden sus casas no tienen oportunidad de defenderse. Están en desventaja con los bancos y recomiendan que se cambie la ley. Que haya verdadera dación en pago. Que se puedan establecer moratorias si el deudor se queda en paro, enferma o sufre un accidente.

Las 350.000 propiedades embargadas engordan las carteras inmobiliarias de los bancos, que ya están bien saturadas. Eso tiene un efecto sobre sus balances. Pero también, todos esos activos retenidos, generan una consecuencia letal para el resto de la economía.

La otra forma de hacer las cosas
Hay otra forma de hacer las cosas. El ejemplo contrario a España lo encontramos en EEUU.  Su burbuja pincha en 2007 y la reacción es inmediata. Los precios se desploman al instante y la recuperación económica se acelera.

“Bajaron hasta un 70% inmediatamente en algunos sitios. Lo contrario que hemos hecho aquí”, cuenta Luis Garicano, profesor de la Londol School of Economics.

Lo penoso es que también hay un caso parecido a España. Es desolador, hablamos de Japón. Allí también les subió la fiebre constructora y la del crédito a precio de saldo. Durante los años buenos transformaron su suelo en oro. “Con el suelo de Japón se podría haber comprado EEUU entero y probablemente nosotros también podríamos haberlo comprado. Ya no tenemos la ocasión”, afirma el arquitecto Ricardo Aroca

Ellos tampoco, porque su burbuja tocó techo en los 90. En lugar de explotar, los precios de sus casas fueron desinflándose lentamente esperando tiempos mejores. El grifo del crédito se cerró, la venta de pisos cayó en picado y la economía se paralizó. Vamos, como lo nuestro. El resultado, una década perdida de la que aún están reponiéndose. Su economía, 20 años después, sigue estancada.