El 3 de enero, José Luis Baltar, expresidente de la diputación de Ourense, es imputado por presuntamente contratar a dedo a más de 100 amigos y familiares de miembros del PP. El presunto objetivo era crear fieles que votaran a su hijo para sucederle como presidente de la diputación. Y claro, Baltar hijo arrasó.

Tres días después el Banco de España queda en ridículo, sus propios trabajadores denuncian que se alteraban las condiciones de la inspección para proteger a las cajas que cometían irregularidades.

El 15 de enero comienza la semana negra de la saga Pujol. Ese día Josep Pujol, hijo del expresidente catalán, revela al mundo que tiene dinero en paraísos fiscales y que blanqueó dos millones de euros con la amnistía de Montoro.

Dos días después, una exnovia de Jordi Pujol Ferrusola denuncia que su novio llevaba bolsas de billetes de 500 euros a Andorra. Solo faltaba Oriol, número dos de CiU, que finalmente será triste protagonista de la actualidad nacional. El fiscal Anticorrupción pide imputarle por tráfico de influencias.

El 25 de enero el calendario llega con una nueva sorpresa. El exalcalde Lloret de Mar y diputado de CiU en el Parlament, es detenido por presuntamente cobrar sobornos de la mafia rusa.

No falta la columnista de España, Amy Martin, personaje inexistente presuntamente contratado a 3.000 euros el artículo por el exdirector general de la fundación del PSOE. En los últimos días hemos conocido a la campeona de España del ‘enchufismo’, la exalcaldesa socialista de Chipiona, condenada por contratar a dedo en el ayuntamiento, a 345 personas.

Los escándalos terminan golpeando a la cúpula del Partido Popular, con la trama Bárcenas de presuntos pagos en negro y sus 22 millones en Suiza. Una bomba que en Génova ha caído sin ninguna previsión.

Lejos de entonar el ‘mea culpa’, los populares practican un ejercicio de escapismo histórico y, en ocasiones, podría parecer cinismo. “Me parece muy sano que a los políticos se les critique mucho, que a los políticos se les cuestione mucho, que de los políticos se desconfíe mucho y que los políticos no sean modelos para los niños”, reflexiona González Pons, vicesecretario de Organización del Partido Popular.