“¿Sin humor no se puede hacer el programa o se ha perdido el humor por el camino?” le pregunta Trueba a Évole que cree que “la ironía no se ha perdido o las maneras poco protocolarias que provocan una sonrisa”.

Y es que Évole empezó atreviéndose a pedir un saludo al Rey para el follonero o consiguiendo una foto histórica: un apretón de manos entre Jiménez Losantos y Zapatero. Un tono descarado y atrevido el conseguir entregarle al Papa la guitarra de Chiquilicuatre o el baile de los homosexuales falangistas en el Valle de los caídos.

Un Évole y un programa que según Trueba ha virado hacia otro formato en el que el periodista va  a despachos para preguntar por las ayudas a las aceitunas. Y es que Évole confiesa que “el traje de cómico y humorista me venía bastante grande y el de periodista más estricto también me viene grande así que he hecho una mezcla y, lo poquito que se de cada cosa, lo hago en Salvados, y muy cómodo”.

Quizá la situación del país ha dejado que se priorizaran otras cuestiones y se dejara de lado el humor. “La crisis tiene que ver pero también por la voluntad de los mimos que hacemos el programa ya que si siguiéramos dando guitarras de chiquilicuatre al Papa, nosotros mismos nos hubiésemos cansado de hacer eso” comenta Évole que afirma que el trabajo del programa fue insistir a políticos que no querían ir a l mitin sino “sentarnos con el político en el despacho”.