A Pascual Carrión le querían expropiar de sus tierras 30 hectáreas. Por ello, fueron a un juicio en Murcia. “Después de hacer alegaciones al ayuntamiento correspondiente que había que hacer. Lo perdimos. Entonces la única opción que quedaba era recurrir al Supremo”, explica. Lo recurrieron y “por suerte, me dieron la razón, por falta de agua”, asevera.
La empresa promotora le intentó comprar. En principio “empezaron por 800.000 pesetas la hectárea. Unas 80 pesetas el metro, luego a millón, luego millón y medio, luego dos millones. Fueron subiendo. Al final un disparate. No sé si lo hubieran podido pagar, llegaron a 20 millones la hectárea”, explica Pascual.
Quizá la oportunidad de su vida pero él no lo ve así. “No, yo no compre mi tierra para hacer negocio con ella. Yo mi tierra es para mí. Para tener la yo, para disfrutarla yo. En el supuesto caso de que me hubieran expropiado, que estuvo al borde de la expropiación, te puedo asegurar una cosa, que Pascual Carrión al día de hoy no estaba en el pueblo de Jumilla”, le comenta a Jordi Évole.
Todo este proceso le ha pasado factura al pastor. “Empecé con lo de la línea en el año 2002. Con la línea de alta tensión. Antes de un año, en 2003, en mayo, tuve que ingresar en Yecla, el hospital Virgen del Castillo, con úlceras gastrointestinales. Luego seguí en tratamiento, me hicieron dos o tres y finalmente aquello se curó. Eso fue en el 2003. Y en el 2005 me tuvieron que operar del corazón; tengo una válvula mecánica, la válvula aórtica”, cuenta.
Pascual no tiene ambiciones en la vida. “Vivo de una forma relajada, conservando lo que tengo lo mejor que puedo. Solamente mantenerme al nivel que estoy, que no será poco. No aspiro a subir mucho. Aspiro solamente a mantenerme tal como estoy. A mí cuando me nombraron con ‘David contra Goliat’, a mí no me ofendió ni mucho menos, pero en ningún momento me he considerado ningún David ni nada de nada”, confiesa.