"Después de los dos servicios tan nefastos y potentemente desagradables, necesitaba hablar con nosotros", reconoce Alberto Chicote a los trabajadores de Magalia. Ellos hablan abiertamente de su situación profesional y emocional sin saber que Manuel, su jefe, les está escuchando desde otra habitación.

Uno de ellos toma la palabra en primer lugar para asegurar que ya en el segundo mes se empezó a deprimir. "Ahora, cada vez que me echa la bronca, me da lo mismo", confiesa.

"Entré con ilusión. Te dicen que vas a trabajar una serie de horas y que te van a dar vacaciones. Pero son mentiras", asegura Kevin.

Tras 17 meses en el restaurante, uno de los empleados define este tiempo como "caótico". "Te vas muchas veces mal a casa, con el runrún del malestar que has sufrido o del acoso de tu jefe hacia ti, que no te trata como una persona". Él lleva 35 años en la hostelería y asegura que Manuel le ha hecho sentir inútil. "Te trata como un objeto, como si no tuvieses corazón". Afirma que solo aguanta en 'Magalia' por "el tema económico".

Celedonia lleva allí nada más y nada menos que 16 años, pero aún no ha conseguido que le ponga en la nómina que es cocinera. "Dice que no importa la subida de categoría", relata.

Manuel, el propietario de Magalia, se siente muy dolido con lo que está escuchando, además de decepcionado. "Nadie ha dicho nada positivo", lamenta. "Parece mentira que llevemos tantos años juntos y no me conozcan lo suficiente".

Es en este momento cuando el jefe abre la puerta y entra en la sala. "Nos quedamos a cuadritos todos", dice Celedonia ante las cámaras de Pesadilla en la cocina. Alberto Chicote le da una oportunidad al dueño de Magalia para explicarse y confiesa a los allí presentes que el hostelero ha escuchado todo lo que han dicho.