Cuando Alberto Chicote llega al comedor dispuesto a probar la comida de El Rincón de Montse se sorprende con la suciedad de los manteles y deduce que el restaurante "no tiene servicio de lavandería". Sin embargo, Miguel dice que sí pero que "esas manchas ya son de por vida, no se quitan".

Los clientes también se percatan de las manchas de los manteles y el dueño se ve obligado a cambiarlos. Finalmente, ante un servicio caótico, Miguel abronca a la plantilla y les recrimina la suciedad de los manteles ante la estupefacción de Chicote: "No tengas los santos cojones de decirles lo de los manteles cuando esta mañana te lo he dicho yo y tu lo has justificado. Porque lo podías haber cambiado pero con tus santos cojones lo has dejado".

Finalmente, el chef de Pesadilla en la cocina decide llevarse un mantel para comprobar si las manchas se quitan o no y... ¡sorpresa! Las manchas salen.

Otros momentos destacados

El equipo de Pesadilla en la cocina se emplea a fondo para la reforma de El Rincón de Montse y lo convierte en El cucharón de Daganzo. A la plantilla le cuesta reconocer el local: "Aunque no lo parezca es el mismo".

Tras la reforma, el servicio de reapertura es uno de los momentos cruciales para El Rincón de Montse, que ahora se llama El cucharón de Daganzo. Ese día todos tienen que poner la carne en el asador y especialmente los dueños pero esto no sucede y Chicote se ve obligado a tomar las riendas.

Antes de irse, Chicote se dirige directamente a Miguel y Paula, decepcionado por su falta de motivación. El mensaje del chef es digno de una sesión de coaching.