Alberto Chicote presenta al personal la reforma de El Rincón de Montse, que cambia además de nombre para desvincularse de la antigua propietaria (aunque siga siendo dueña del local). A partir de ahora el restaurante se llama El cucharón de Daganzo y una entrada más moderna y cuidada invita a entrar.

El cambio es total y continúa en el interior donde resalta la limpieza, la luminosidad y la amplitud de un local mucho más acogedor gracias al mobiliario y a los colores claros.

La cocina también sufre una gran transformación, sobre todo, porque pasa por una limpieza en profundidad y cuenta con nuevos utensilios: freidora, ollas, cacerolas y cuchillos.

El cambio es tal que Chicote les llega a decir que "es el mismo restaurante aunque parezca mentira". Ángel está impresionado con el cambio: "Ahora parece un restaurante de primera, antes éramos de tercera. Dan ganas de entrar y de trabajar y de que entren clientes y de cobrar ya".

Al ver la transformación de su lugar de trabajo, Felicia se emociona y advierte a su jefe: "Espabílate ya".

Otros momentos destacados

Tras conocer al personal, el chef echa un vistazo a las condiciones de la cocina y confirma que se encuentra ante "la más cerda del mundo".

El aceite de la freidora lleva meses sin cambiarse y la campana está llena de grasa. Felicia lo justifica asegurando que no puede "hacer milagros". "No te pido milagros, limpiar no forma parte de las atribuciones de un dios", le responde Chicote.

La suciedad no se limita a la cocina, Alberto Chicote se encuentra con un comedor en el que las manchas de los manteles saltan a la vista y no pasan desapercibidas para los clientes. El dueño se excusa en que las manchas ya no salen, pero el chef lo duda bastante y demostrará que limpiándolas, las manchas se quitan.

En el capítulo gastronómico, la oferta de El Rincón de Montse no mejora: croquetas de hormigón, alitas sin depilar y el entrecot más fino del mundo...