"Me han matado las vacas". Es la desesperación de Ángel, un ganadero que no puede reprimir las lágrimas al relatar el asesinato de 25 animales en San Roque de Riomiera, en Cantabria.
El domingo, los propietarios del rebaño advirtieron la desaparición de 28 reses, pero encontrarlas fue casi peor: encerradas en una cabaña, asfixiadas y algunas de ellas apuñaladas. "Estaba con un pestillo, tuvimos que coger la motosierra para poder acceder ahí y partir la puerta", explica Raúl Pérez, propietario.
El veterinario Alfonso del Río precisa los animales presentaban "claros síntomas de asfixia" y que algunos de los animales tenían "cortes" que no se habían hecho de forma natural, sino que estaban realizados "a conciencia". La situación era tal, que los bomberos tuvieron que entrar con equipo especial para poder respirar y solo tres vacas sobrevivieron, porque había un pequeño ventanal por el cual podían respirar, según han indicado desde el 112 de Cantabria.
Los servicios de emergencia recibieron aviso de que había vacas vivas y muertas encerradas en una cuadra sobre las 16:00 horas del domingo y, a su llegada, comprobaron que había una treintena, en su mayoría fallecidas, "hacinadas en un pequeño espacio en condiciones de salubridad comprometidas". Usando trajes especiales y equipos de respiración autónoma, los bomberos sacaron los cuerpos de 25 vacas muertas y consiguieron salvar a tres animales que seguían con vida.
El destrozo, a todos los niveles, es enorme, "tanto económicamente como psicológicamente", según explica Rubén Pérez, otro de los propietarios. "Económicamente me han arruinado, pero psicológicamente me han matado porque la nobleza que tienen esas vacas y el trato que yo tenía con ellas, eso no hay dinero que lo iguale ahora mismo", lamenta.
La Guardia Civil está investigando el caso.