Eduardo Strauch Urioste recuerda en Lo de Évole cómo vivieron el momento del alud cuando llevaban 19 días en los Andes. "Empieza un temblor y un sonido, como si hubiera 1.000 caballos galopando al lado del fuselaje, y en dos segundos te encuentras dentro de una barrera de hielo. Además, fueron dos masas; una nos atrapó y otra nos comprimió", señala Eduardo, mientras que 'Fito' cuenta que él sacó la cabeza el primero, y después sacó a Eduardo, quien, expresa, volvió entonces "al horror de vivir".

"Fue un momento de una tensión total. Quedamos los 19 en un espacio como de la mesa al techo, más los ocho muertos", subraya 'Fito', quien, además, relata cómo consiguieron salvarse de morir ahogados: "Encendimos un mechero para intentar iluminar y vimos que se apagaba; si no nos alerta la llama, morimos todos como ratas". "Empecé a gritar, a decir que nos estábamos ahogando, que no había oxígeno, y alguien cogió una barra", cuenta, tras lo que Eduardo reconoce que, en ese momento, él "quería morir". Finalmente, consiguieron hacer un "un agujero que salió por la ventana de los pilotos hasta la superficie, y entonces entró un chorro de aire helado".

Sin embargo, el peor momento durante los tres días que pasaron sepultados bajo la nieve llegó cuando a uno de los supervivientes "le dio por abrir allí un cuerpo, y fue muy feo y desagradable, a la vista de todos". "Era una falta de sentido estético enorme, pero bueno. Nadie quería comer de ahí. Hubo malestar", reconoce 'Fito', al tiempo que Daniel destaca que esa persona "no respetó la regla" de que eran los primos Strauch los únicos que usaban los cuerpos. "Ahí apareció el primer cuerpo con nombre y apellido y delante de todos, y fue horrible", recuerda.