Jéssica ha contado a Jordi Évole cómo llegó a ingresar en el Centro Penitenciario de Mujeres de Barcelona. "Empecé a robar. Nunca he llevado nada, pero el juez, cuando es un robo con intimidación, siempre te pone con arma blanca", ha explicado al periodista en el programa Lo de Évole. Ella asegura que intimidaba "con la boca". Decía: "No te quiero hacer daño, dame lo que tienes".

En este sentido, ha explicado a Évole que cometía "robos pequeños y grandes". En uno de ellos llegó a llevarse unos 250.000 euros, pero que han sido "desperdiciados". Jéssica ha relatado a Évole que ella ha sido una persona que no ha nacido "con muy buena suerte". Su madre dio a luz estando en prisión, y con ella vivió en la cárcel hasta los dos años: "Tengo los recuerdos que me cuentan los funcionarios. Dicen que era muy traviesa".

También ha recordado ir a visitar a su madre: "Con mi padrastro (subida a hombros), la llamaba por la ventana. Lloré mucho por ella". Jéssica ha reconocido a Évole que se ha hecho "muchas preguntas" a lo largo de su vida por esta situación: "¿Por qué yo no puedo tener una madre y un padre? Una madre que te diga: 'Esto no', que te lleve al colegio. Un padre que te lleve al parque a jugar. Pero te haces mayor y llegas a entender por qué mi madre no pudo ser una madre".

Jéssica ha desvelado que su madre estuvo "enganchada" a la heroína. "En los 80 fue muy fuerte. Había muchas muertes". No obstante, ha añadido: "La entiendo y la perdono". A los 13 años, ha continuado Jéssica, cuando le informaron de la muerte de su madre por sobredodis, se volvió "más rebelde": "Por eso no quiero esta vida para mis hijas. He dicho: 'Hasta aquí. Se acabó'".

Jéssica, que ha dicho a Évole que tuvo a dos de sus tres hijos en prisión, ha expresado que tiene un objetivo claro: "Quiero estar con mis hijos y trabajar. Hacer una vida normal. Entré aquí sin saber leer ni escribir, y me puse. Ahora me faltan solamente dos asignaturas para acabar el graduado".