Las campañas electorales han cambiado mucho en las últimas décadas y una cosa es evidente: ya no hay mítines como los de antes. En los actos de entonces, los partidos llegaban a reunir a decenas de miles de personas.

Durante la primera campaña tras el franquismo, el Partido Socialista de un joven Felipe González congregó a más de 40.000 personas en Castellón, según los organizadores. Era casi lo habitual en esos años. En el 25 de mayo de 1977, con el acto de apertura de campaña del PSOE en el estadio Moscardó de Madrid, el campo se quedó pequeño. Decenas de miles de personas abarrotaron las gradas y algunos llegaron a saltarse los cordones de seguridad e invadieron el césped. Las ansias de democracia tras la dictadura movilizaron aquella primera campaña a miles de militantes y simpatizantes. La fiesta-mitin del Partido Comunista de Santiago Carrillo congregó a más de 300.000 personas en Torrelodones, en Madrid, aunque no todo el mundo pudo acceder al recinto donde se celebró el acto.

En la década de los 70, y también en los 80, en España solo había dos canales de televisión. La forma de llegar masivamente a los votantes se reducía a la radio, a los periódicos y a estos actos políticos multitudinarios. Según las crónicas, el acto de cierre de campaña de Felipe González en la Ciudad Universitaria de Madrid en 1982, tras el cual llegó a la Presidencia del Gobierno, llegó a reunir a medio millón de personas.

A principios de los 90, con la llegada de las televisiones privadas, la escenificación de los mítines cambió para facilitar la realización de la señal televisiva. Los mítines fueron reduciendo su aforo porque los candidatos ya sabían que, cuando veían el piloto rojo de las cámaras, su mensaje estaba llegando a millones de personas a través de la televisión. El Partido Popular consiguió llenar el estadio de Mestalla en Valencia con más de 55.000 personas y otros muchos se quedaron fuera sin poder entrar; aunque, como dijo Aznar, no fue el acto político más multitudinario de la democracia, la imagen de ese mitin multitudinario sigue impactando casi 30 años después.

Con el cambio de siglo, la llegada del Internet y de las redes sociales cambiaron la forma de informarse de los votantes. Los mítines multitudinarios se redujeron. Los actos principales de campaña pasaron de los estadios de fútbol a aforos más pequeños, como las plazas de toros. Los más espectaculares fueron los que organizó el Partido Popular de Rajoy en la Plaza de Toros de Valencia. En el de 2008, reunió a más de 25.000 personas en un show en el que no faltó de nada. Luego supimos que había truco: el PP recurrió a la trama Gürtel para montar el acto, que se pagó en B.

Ahora los candidatos han sustituido esos actos multitudinarios por pequeños actos a pie de calle. Las entrevistas y los debates televisivos han ganado protagonismo como la forma más fácil de llegar a los votantes. En esta campaña de las generales, el debate decisivo se juega en esta casa: el próximo lunes a las 22:00 de la noche en Atresmedia será el 'Cara a Cara' entre Sánchez y Feijóo.