Este martes hemos conocido el dato de la inflación en febrero, que se ha situado en el 6%. Las medidas del Gobierno no acaban de conseguir un descenso sostenido de los precios, especialmente de unos alimentos cuyo IPC ya se sitúa en el 16,6%, algo que no ocurría desde 1997.

Es decir, hay que retroceder 25 años en el tiempo para encontrar subidas así. El aceite de oliva y la leche se han encarecido un 33%; los huevos, un 28%; mientras que las legumbres y hortalizas han aumentado un 23%. Con la rebaja del IVA, las ministra Calviño y Montero aseguraban que se habían percatado de una rebaja en su cesta de la compra.

También habló el ministro de Agricultura, Luis Planas, que celebró que la rebaja del IVA estaba funcionando y que los precios habían tocado techo. Sin embargo, introdujo un matiz que podía hacer tumbar esa tendencia, la "sequía extrema" a la que podía enfrentarse España.

Es precisamente ese término al que se agarran desde el Gobierno para justificar que los precios de los alimentos no dejen de subir pese a sus medidas. Pese a que efectivamente hay sequía y hay cosechas españolas produciendo por debajo de lo esperado, ese mensaje de que lo peor ya había pasado no ha sido una realidad. Y esto ocurre cuando esperar, en muchas casas, no es una opción.