El miedo al desabastecimiento de gasolina ha llegado a Estados Unidos. Estos días se han formado colas kilométricas para llenar el depósito del coche. Todo provocado por un ciberataque que ha sufrido un oleoducto que suministra casi la mitad del combustible a las zonas este y sureste de EEUU. En este caso, el chantaje funcionó de la siguiente manera: o la empresa pagaba o el petróleo no llega. De momento, la propietaria del oleoducto ha reestablecido parcialmente el suministro. Lo que aún no ha trascendido es si han pagado o cómo lo han hecho.

Este ataque informático está dejando a los estadounidenses sin gasolina para sus coches, pero hay que ir acostumbrándose. Así lo ha analizado el periodista y presentador de laSexta Clave, Rodrigo Blázquez, a razón de una premisa: todo indica que esto va a pasar cada vez más. De hecho, no es la primera vez que los ciberdelincuentes toman el control de una infraestructura y ponen a un país contra las cuerdas. Aquí recogemos una serie de ejemplos.

En la navidad de 2016, un ataque informático dejó a más de 225.000 ucranianos sin luz. Fue el día antes de Nochebuena. Los piratas atacaron una central eléctrica. Entraron en el sistema y lograron apagar los interruptores; un apagón que se extendió a otras 30 subestaciones y provocó un caos generalizado en el país. Era la primera vez en la historia que los hackers atacaban una central eléctrica.

Pero los ataques pueden ser perpetrados incluso por países. En el caso de Israel, fue el propio Estado el que lideró un ataque informático. En 2010, fijó su punto de mira en la central nuclear de Natanz, en Irán. Consiguió inutilizar un tercio de las centrifugadoras que el régimen iraní usaba para enriquecer uranio. Unos ataques que se han seguido produciendo con el paso del tiempo. El último, sin ir más lejos, tuvo lugar el pasado mes de abril, siendo otra vez el objetivo la misma central nuclear. En esta ocasión, los israelíes provocaron un apagón. El objetivo: frenar la carrera nuclear del gobierno de Irán.

Más ejemplos: en febrero de este mismo año, un hacker logró tomó el control de una planta hídrica en Florida y convirtió el agua prácticamente en lejía. Si esta sustancia hubiera llegado al suministro podría haber provocado una auténtica tragedia, porque 15.000 personas consumen agua de esa planta. Por suerte, un técnico lo descubrió y nadie fue envenenado.

No tuvo tanta suerte una paciente de un hospital alemán que falleció por culpa de un ataque informático. El centro médico de Dusseldorf fue saboteado y las urgencias tuvieron que cerrar. El hospital no podía admitir pacientes. Por eso, las ambulancias tenían que desviarse a otros centros más lejanos. Unos kilómetros de más resultaron mortales para una mujer de 78 años. Los hospitales españoles tampoco se han librado de estos ciberataques.

Según cuenta el diario 'El Mundo', los ataques de hackers contra hospitales españoles han aumentado un 350%. Se trata de sabotajes que impedían el acceso a fichas de pacientes o que alteraban el funcionamiento del sistema de los centros médicos. Y por si fuera poco, los ciberdelincuentes concentraron sus ataques en el peor momento, en los meses más duros de la pandemia. Por ello, Blázquez lanza una advertencia: la próxima vez que escuchen hablar de un ataque informático, no piensen en algo etéreo, ni siquiera en su ordenador. Piensen que pueden afectar a su vida. Porque todo lo que está conectado a Internet es susceptible de ser hackeado.