Feijóo anhela que el PSOE se abstenga estas elecciones, como pasó en 2016. Aunque, como ha recordado Zapatero, el partido socialista se abstuvo, pero Sánchez no lo hizo. Recordamos en nuestra videoteca la abstención de 2016 que permitió gobernar a Rajoy, pero dinamitó al PSOE.
Hubo dos elecciones: las primeras, en las navidades de 2015; las segundas, la repetición el verano de 2016. En las primeras, Sánchez lo intentó con Albert Rivera, pero el PP no se abstuvo. En las segundas, tampoco parecía factible formar gobierno.
El PSOE de Sánchez, con 85 diputados, quedaba muy lejos de los síes necesarios. Al PP de Rajoy, sumando sus alianzas con otros partidos de derechas, le faltaban seis escaños o, en su defecto, 11 abstenciones. España se asomaba al abismo de unas terceras elecciones generales.
Rajoy buscó las abstenciones, intentando conseguirlas de parte de los socialistas. "Seguiré intentándolo con el PSOE que tiene la llave, y lo seguiré intentando porque es mi obligación", dijo el líder del PP. Pero Sánchez respondió muy claramente y de ahí nació el famoso 'no es no'.
Felipe González fue el primer líder del antiguo PSOE que cuestionó el 'no es no' de Sánchez y abrió la posibilidad de la abstención. Poco después, el extremeño Guillermo Fernández Vara se sumó a la tesis: "Opino a título individual. Yo no formo parte de la dirección del partido, yo no contemplo otra que una mínima abstención a última hora, cuando digo mínima, digo la estrictamente imprescindible"
En el primer intento de Rajoy para convertirse en presidente, el PSOE se mantuvo en su 'no es no', tajante y seguro. Gritó 'no' para mantener al PP en el Gobierno. E igual que él, todos los diputados socialistas. "Ya he entendido perfectamente todas las partes del no y lo de que parte del 'no' no he entendido, pues ya lo he entendido", contestó Rajoy.
En España no había gobierno, y entonces llegaron las elecciones gallegas y vascas. El PSOE sufrió, y Sánchez, muy en su estilo, anunció que sería él quien intentase formar gobierno... con Podemos y con los independentistas. El PSOE ya estaba abierto en canal. Susana Díaz se convirtió en el referente para los socialistas que creían que debían abstenerse, pero también mandó mensajes en clave: "Con respecto al PSOE, no tengan duda de que siempre seremos útiles al conjunto de los ciudadanos".
Así llegó el PSOE a la reunión de su máximo órgano: partido por la mitad, absolutamente divido, con el corazón y las tripas encima de la mesa. De un lado, los partidarios del 'no es no' y de intentar incluso gobernar. Del otro, los defensores de la abstención y de permitir a Rajoy continuar en la Moncloa. Perdió el 'no es no' y ganó la abstención. A Sánchez solo le quedaban dos caminos: comerse sus palabras y facilitar el Gobierno de Rajoy... o mantenerse en su mantra y dimitir. Esa última fue su decisión.
Sin Sánchez al mando, una gestora tomó el control del PSOE y dieron la orden de abstenerse. Así logró Rajoy mantenerse en la Moncloa: de los 85 diputados socialistas, 70 se abstuvieron siguiendo el mandato del partido y 14 se rebelaron contra su dirección, manteniéndose en el 'no es no' de Pedro Sánchez.
Aquella abstención del PSOE dinamitó al partido. Sánchez cogió su Peugeot y recorrió España de sede socialista en sede socialista. Convirtió el 'no es no' en el motor de su regreso, se enfrentó al aparato y venció.
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