"Cuanto más poder coges, más te vas enganchando", reconoce Artur, exmiembro de una banda juvenil en La Roca, ataviado con una sudadera con capucha y con la voz distorsionada para no ser reconocido. El joven decidió abandonar la organización criminal y lo consiguió gracias a la ayuda de su madre y de un centro de ayuda cristiano. Pero, a pesar del apoyo que recibió, su salida no fue nada fácil. "Te estás jugando tu vida y la de tu familia".

Artur confiesa que tenía miedo de salir por la calle. "Yo ya no sufría amenazas de una banda contraria, sino de los propios que supuestamente me acogieron, que eran mi familia, que me iban a apoyar y estar conmigo y todo eso te desmorona". Para lograr despistarles, tenía que cambiar de residencia de manera habitual y se mudaba "de una punta a otra de Madrid".

Ahora que ha conseguido huir de ese infierno, intenta ayudar a otros chicos a salir de estas organizaciones criminales. "Es mi deber. Yo sé el sufrimiento que se pasa, porque yo lo sufrí. No te queda la conciencia tranquila del daño que haces. No tienes paz ni tranquilidad y se te vienen imágenes a la cabeza de todo lo que hiciste", asegura.

El fin de cualquier banda de este tipo no es otro que conseguir "más territorio para vender droga". "Todo es droga", concluye.