Jorge Sanz asegura que ha tenido 20 años "muy largos" porque no podía permitir que hubiese alguien pasándoselo bien sin estar él: "Y eso pasa factura". Así, cuenta cómo un día empezó a notar un dolor que indicaba que estaba sufriendo un infarto de miocardio.

"Tenía un tapón como un corcho de una botella de vino. Tardó siete horas en darme el infarto y me lo cogieron muy a tiempo", confiesa. El actor cuenta que fue "lo más sano" que le había pasado ya que es lo que le hizo darse cuenta de que la vida "no es una fiesta".