Un administrador de fincas que pesa 95 kilos y Ana Paula, una auxiliar de Enfermería que pesa 142 y lleva desde los 12 años haciendo dietas sin éxito, se sometieron a la dieta keto durante tres semanas supervisada por Rubén Bravo, dietista. "Uno de los motivos obvios por los que quiero adelgazar es poder subir unas escaleras sin morirme al llegar a mi piso", confesó la joven, a lo que añadió que, además, "más de la mitad de la ropa" que tiene no le vale.

Ella quería perder 20 kilos, mientras que el objetivo del segundo paciente era perder seis. Cada uno de ellos se sometió a un tipo de keto: ella hizo la que llaman la 'sucia' y él se sometió a la 'limpia'. De esta forma, durante tres semanas, tuvieron que sustituir los hidratos de carbono por grasa.

Una de las ventajas de esta dieta es que permite comer fuera, e incluso en el caso de la 'keto sucia', comer todos los ingredientes de una hamburguesa, salvo el pan. Sin embargo, al quinto día empezaron a aparecer las primeras consecuencias de esta dieta: "Son las 8:00 horas y no puedo levantarme de la cama, he dormido fatal y me duele todo el cuerpo", expresó la mujer, mientras que él señaló que estaba "bastante cansado y suelto de la tripa".

Finalmente, tras 20 días, los voluntarios comprobaron con Rubén Bravo si la dieta keto había dado los resultados esperados. ¿Seguirían haciendo la dieta tras conocer los resultados? Los voluntarios responden a esta cuestión en el vídeo principal que acompaña a esta noticia.