Jesús Medina, medico y geriatra, recordaba en El Intermedio la primera solicitud de eutanasia. Se trataba de una mujer de 86 años, enferma de un tumor cerebral, que le pidió que le ayudara a morir: "Fue como si un rayo me atravesara porque me dio mucho miedo, a mis emociones, a las suyas y a las de su familia".
"Ella estaba tan espléndida, tan radiante, tan deseosa de llevar a cabo su voluntad, que transmitía esa tranquilidad. Ella era la protagonista de ese día, ni la familia ni la medicina habían secuestrado su muerte. Era dueña de su vida y también de su muerte", relataba Medina, y señalaba que "la traba más peligrosa es encontrarse con un médico que retrase la petición".
Además, indicaba que todas las personas a las que había ayudado a morir tenían en común "la firmeza de su decisión", pues "sentían que la vida se había convertido en una tortura y la muerte era una liberación y lo esperaban con impaciencia". "La ley busca que la persona enferma sea autónoma y decida por sí misma", manifestaba, y declaraba que lo más importante de sus creencias religiosas es la compasión, por lo que no veía ningún tipo de contradicción.
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