"Se ven indicios de una pequeña pelea puesto que hay restos de las pertenencias de Mercedes", cuenta el inspector de policía Marco Antonio Navarro acerca del crimen que conmocionó a la sociedad zaragozana en 1992, el asesinato de Mercedes Lázaro. Su propio padre fue quien encontró el cadáver de su hija en el garaje de su casa. Ella volvía temprano a casa después de haber estado estudiando. Lo que más llamó la atención a los investigadores fue que el cuerpo sin vida no tenía zapatos. Algo que más tarde sería determinante en el esclarecimiento del caso.
"No es la primera vez que un cadáver aparece sin zapatos. Si ha habido un forcejeo o una pelea fuerte, los zapatos pueden salir disparados", explica Navarro. Pero no se encontraron en la escena del crimen. Otros elementos encontrados en la inspección ocular también fueron relevantes para la resolución de este caso: el pendiente roto de Mercedes y su abrigo.
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"Se supo que habían encontrado una mancha en la gabardina que llevaba. Se pensó que al estar en la solapa podría ser que hubiera sido obligada a hacer una felación. La hipótesis era que esa mancha fuera analizada y saliera el ADN del agresor", detalla el juez de instrucción Rafael Lasala, que añade que "esa era la esperanza que se tenía". "Un asalto en un garaje, signos de lucha, manchas en la ropa de la víctima. A los ojos de los investigadores, todo encaja con una motivación sexual", resume Carlos Quílez. Sin embargo, no fue así.