La invasión rusa en Ucrania ha desatado una ola de solidaridad en España. Miles de ciudadanos han querido aportar su granito de arena para ayudar a la población ucraniana, aunque las autoridades españolas avisan que el nivel de ayudas es tal que ahora mismo se vive una situación de colapso.

La embajada de Ucrania pide que la ayuda sea monetaria, un dinero que se envía directamente a las ONG en el terreno. Iglesias, asociaciones vecinales, colegios e institutos, ayuntamientos... todos intentan volcarse en una campaña de ayuda que supone un reto logístico faraónico.

Para que la atención sea ordenada y eficaz, las organizaciones llevan semanas, incluso antes de la invasión, diseñando posibles escenarios y planes de contingencia. Una vez llegada la guerra total, las ONG pasan al siguiente nivel: la cadena logística. Es decir, salen los primeros camiones con el stock con el que cuenta cada país.

Al mismo tiempo, y bajo el paraguas de Naciones Unidas, ACNUR entabla conversaciones con todos los países limítrofes. Es importante que no se formen bolsas; la gente huye desesperada, sola o con menores, y necesita un lugar donde sentirse a salvo.

No solo se ha flexibilizado el sistema de asilo, sino también los protocolos COVID. Pero lo más importante ahora es la apertura de corredores humanitarios.