Lo cantaba Joaquín Sabina: la vida es larga, los peligros, desconocidos y el mundo, un lugar inhóspito si miramos sólo el expediente sanitario. Por eso, decía, si lo que quieres es vivir cien años “no pruebes los licores del placer”. Pero Laura, albaceteña que sobrepasó la centena en agosto, no está de acuerdo.

“Yo no esperaba llegar a los cien años. La vida cambia y la naturaleza hace lo que quiere”, resopla, con una media sonrisa torcida, cuando laSexta.com va a visitarla en la residencia pública madrileña en la que vive desde hace un par de cursos.

Porque ahora todo es distinto, y más desde el balcón de los cien años cumplidos: ni los rostros, ni las relaciones, ni las comunicaciones, ¡ni España o el mundo! se parecen. Es la nueva vida. Cada vez más extensa, aunque no se sabe si más solitaria.

Según anunció el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, hace unas semanas en un debate sobre las pensiones, los niños nacidos después de la pandemia en el sistema público de salud gallego vivirán en torno a los 120 años.

No citó ningún paper ni investigación concreta, y entre los científicos no hay estudios que permitan hacer afirmaciones tan rotundas, confirma Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, en conversación con este medio, pero esa es la tendencia que vislumbran los demógrafos más célebres, como James Vapuel.

Viviremos más de un siglo. La mayoría de los niños pandémicos celebrarán su 100 cumpleaños. Pero, ¿merece la pena? ¿Cómo se ve cambiar de siglo, de costumbres, de modas y de canciones?

laSexta.com ha consultado a dos españolas centenarias. Según los últimos datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística, en nuestro país hay 13.043 ciudadanos de más de un siglo de edad, con una proporción muy desigual por sexo: 2.581 hombres frente a 10.462 mujeres. Se reparten por todo el país: donde más hay es en Madrid, seguida de Barcelona y Valencia.

Soltería y matrimonio, maternidad o no

Laura vive en Madrid desde 1934, aunque nació en 1921 en Montealegre del Castillo, un pueblo de Albacete cercano a Almansa. Carmen, que sopló las 102 velas en su última tarta, vive en Tafalla, Navarra, si bien vino al mundo en un municipio cercano, Falces.

Ninguna de las dos esperaba llegar a esta edad. Ambas trabajaron. Una se casó, la otra optó por la soltería, “por la libertad”. Una fue madre; la otra, no. Y las dos han vivido de manera independiente hasta que, por la edad, tuvieron que buscar ayuda familiar continua. Lanzan un mensaje contundente: entre nosotros andarán hasta que “el Señor quiera”, pero la vida a esa edad ya está más que amortizada.

“Nací el 4 de agosto de 1921”, detalla Laura cuando arranca la conversación, a principios del mes de noviembre. Vive interna en una residencia pública de la Comunidad de Madrid junto a su hermana pequeña, que tiene 96 años. Son las menores de una familia de diez hermanos que perdió a su madre bien joven, cuando ella sólo contaba “con siete añitos”.

"La estrella me acompaña"

Laura, bien abrigada, agarrada con fuerza a un andador que le da seguridad al caminar, presume: “La estrella me acompaña”. “Tenía una dentadura preciosa, pero ahora me falla el oído. Ya con ganas de descansar en la eternidad, pues llevo una buena vida vivida. Para qué más. Ya está bien”, arguye en la charla.

Echa de menos la independencia de un hogar, el poder cocinar sus propias comidas y no tener que rendir cuentas, ni estar controlada. En definitiva: la soledad. Pero no en el sentido solitario, sino en el que se dibuja a la vejez, como en la película Lucky (2017). “Nacimos solos y morimos solos”, arguye el protagonista, anciano. Le dan réplica: qué deprimente. Pero él remata: “‘Solo’ significa ‘único en su especie’”.

Carmen, navarra de 102 años, coge el teléfono con cierta dificultad. También le cuesta oír. Para ella, el secreto de la vida reside en algo tan sencillo como “comer poco”. “Por la noche como fruta. Y rezar. Rezo mucho y el Señor me alivia”. Nació el 19 de septiembre de 1919, y es la única centenaria de su zona, en la parte media de Navarra.

Laura, en cambio, cree que la fórmula mágica reside en la adaptación. “Cada época ha hecho un movimiento de cambio. Ha llovido tanto. ¡Hasta una guerra, que fue una vergüenza! La vida es lucha: al final, la vida es todo lucha, y yo no me puedo quejar”.

A sus cansados ojos, en estos cien años “ha cambiado todo, todo”. “Ahora lo que faltaba es este incendio de la lava. No se puede ver ni la tele ni leer el periódico. ¡Cuánta maldad de alguna gente, matando a los niños! Es una cosa… desconocida”.

"En España se cambia, pero no se mejora"

Lo que más me sorprende es que no se mejora. Se cambia, pero no se mejora. Somos seres vivos y estamos de todo y para todo. He sido siempre de adaptarme a la situación que me ha tocado ir viviendo en cada momento de la vida porque para llegar a cien años, hay que llegar”, subraya Laura.

Optó por permanecer soltera: "me aferré a que no me iba a casar, he tenido pretendientes, buenos admiradores que habrían merecido la pena". Laura recuerda con cariño su época trabajando en una tiendecita de barrio de su propiedad, en la calle Infanta Mercedes de Madrid, “hasta que la expropiaron”. “Era una droguería, todavía no estaba la fregona. Llegó por aquella época”, ríe.

Carmen, en cambio, también se dedicó a trabajar pero una vez casada, rozando la cuarentena, en contra de la costumbre de su época. “He trabajado mucho, he ido al campo [su marido era agricultor] y he hecho de todo. Estuve en la fábrica de Armendariz, 14 años limpiando oficinas. De esa pensión vivo”, comenta.

Sumamente devota, no se atreve a opinar sobre el alargamiento inexorable de la vida. “Bien, qué me va a parecer. Mientras la sostiene el Señor, él dirá”. Lo cierto es que en España la esperanza de vida sigue una línea ascendente continua desde la llegada de la democracia, y sólo la ha parado la pandemia.

Cada vez más mayores en España, no así en todo el mundo

De hecho, en 2019, la edad media de ambos sexos en nuestro país era de 83 años, en datos del INE. En 2020, por primera vez, bajó. Se encuentra ahora en los 82. La Estrategia España 2050 del Gobierno de España, que amparaba las jornadas en las que habló Núñez Feijóo, calcula que de hoy a 2050 la esperanza media de vida habrá aumentado en 3'8 años para los hombres y 3'1 para las mujeres, hasta alcanzar los 85 y 90 años, respectivamente.

No es así en todos los países desarrollados. En Estados Unidos o el Reino Unido “la esperanza de vida no solo no crece linealmente sino que se ha estancado o ha caído”, confirma Diego Ramiro.

Justo este lunes se conoció la muerte de la persona más longeva conocida y la última superviviente del siglo XIX: Francisca Susano, una anciana filipina de 124 años. El consenso científico considera que el límite fisiológico del ser humano se encuentra entre los 120 y los 150 años.

Quién sabe cómo será la España de 2121. Las centenarias consultadas ni se atreven a imaginarlo. “Yo ya sólo espero descansar en la eternidad. Pero que los niños vivan, que vivan. Yo, demasiado me defiendo”, comenta Laura.

“A los 4 años cogí una insolación y no podía andar, y mi madre me tenía que llevar en brazos. Cuando iba a ver a las amigas, ellas estaban empeñadas en que me soltara, pero me tambaleaba y mi madre me volvía a coger. ‘Ya andará’, decía. Pero mira si el paseo está durando”, guiña.