A semanas de que entre en vigor la ley del 'sí es sí' que agrava las penas de agresión sexual por sumisión química, Valentina M. ha relatado hoy ante la Audiencia de Barcelona que fue violada por un amigo con quien salió de fiesta, tras tomarse un chupito y caer inconsciente: "Sentí que era un trapo".
En el juicio, que ha quedado este martes visto para sentencia en la Audiencia de Barcelona, la Fiscalía ha pedido siete años de cárcel por un delito de abusos sexuales para el procesado, quien ha negado los hechos y ha insistido en que la relación fue consentida, pese a los Whatsapps que al día siguiente intercambió con la víctima, quien le pedía "por favor, dime qué pasó".
El delito de abusos sexuales para los casos de violaciones con sumisión química tiene los días contados: la nueva ley del 'sí es sí', que entrará en vigor el próximo 7 de octubre elimina ese tipo penal -castigado ahora con entre 4 y 10 años de cárcel- y lo engloba en la agresión sexual, con penas de hasta 12 años de prisión.
Si hasta ahora violar a una persona inconsciente por los efectos de sustancias tóxicas atenuaba la pena al considerarse abuso, la nueva ley prevé además una agravante para el caso de que el violador provoque ese estado en la víctima con el fin de agredirla sexualmente sin su consentimiento.
El caso que ha llegado hoy a juicio en la Audiencia de Barcelona responde al perfil más frecuente de violaciones por sumisión química: en un 80% los conocidos pertenecen al entorno de la víctima y la sustancia utilizada para anular la voluntad es el alcohol, según una guía elaborada recientemente por el Ministerio de Justicia.
La guía recomienda además un protocolo para que se practiquen análisis con el fin de detectar los tóxicos en la sangre de la víctima, algo que resultará clave para probar la agravante con la nueva ley y que actualmente no es habitual: en el caso de Valentina M., la forense del clínico descartó hacerlos porque, según ha dicho, "no era necesario dado que había consumido alcohol", lo que ha impedido averiguar si fue drogada.
Valentina M. ha reconocido hoy ante el tribunal que la noche en que sufrió la agresión, el 6 de marzo de 2020, acudió con su amigo, el acusado Daniel M., a una discoteca de Barcelona donde ambos estuvieron bebiendo de una botella de ron que ella misma había comprado previamente en una tienda.
Confiesa que se sentía algo ebria mientras bailaba, pero no fue hasta que bebió una copa que le dio un amigo del procesado cuando cayó inconsciente. No despertó hasta el día siguiente, en el interior del coche del acusado, un joven con el que, ha admitido, había tenido relaciones sexuales consentidas en otras ocasiones.
El propio acusado la llevó al trabajo y, según el relato de la víctima, al ir al lavabo se extrañó de que llevaba la ropa interior al revés, tras lo que empezó a sentir molestias en la vagina y el ano, por lo que escribió a Daniel M.: "Por favor, dime que pasó".
Esa conversación por Whatsapp se ha convertido, de hecho, en la principal prueba de cargo en su contra. "¿Me violaste?", le preguntó Valentina M., al tiempo que le expresaba su preocupación por si había sido una relación sexual sin protección, a lo que el acusado, tras admitir que no había usado preservativo, respondió: "Jajaja, ¡qué va! Después te gustó".
Valentina ha relatado ante el tribunal las sensaciones que tuvo al ser consciente de que había sido violada -"estaba muy dolorida, no sabía si había sido él solo o más gente"- y su "enfado" con el procesado: "Yo le había dado mi confianza. No soy un trapo ni nada de eso".
Aunque en un principio no pensó en denunciar a Daniel M., por consejo de un amigo acudió dos días después al Hospital Clínico de Barcelona, donde le recogieron las muestras de ADN que prueban la penetración anal y vaginal.
El procesado, por su parte, mantiene que la relación sexual fue consentida y su defensa apunta a que la víctima lo denunció, tras enterarse de que había empezado una relación de noviazgo con otra chica.
Su madre, en su declaración como testigo, ha apuntalado su versión exculpatoria al asegurar que la noche de los hechos vio entrar a la víctima en casa, sin ningún signo de encontrarse inconsciente, porque se "saludaron".
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