Una mujer deja a su marido, con el que tiene un hijo de siete años. Lo hace porque se enamora de otra mujer y decide irse a vivir con ella y llevarse también a su hijo.

Un día, mientras está trabajando, el pequeño se toma unas pastillas, se intoxica y muere. Cuando la madre regresa, atribuye a su novia la muerte de su hijo por negligencia.

Empieza su gran obcecación con ella. Se enamora entonces de otra mujer de 18 años, a la que subyuga y convence de que asesine a su pareja.

La nueva amante compra dos latas de gasolina y espera a que esta baje a la calle para rociárselas por todo el cuerpo. A plena luz del día y en una céntrica calle de Pamplona, se dispone a lanzar el mechero para prenderla fuego, pero la mujer consigue reaccionar y escapa corriendo. Afortunadamente, uno de los vecinos que contempla la situación le abre la puerta de su casa y consigue introducir y proteger a la mujer.

La Policía identifica a la culpable. También a la pareja de la víctima, artífice del intento de asesinato. Ambas son detenidas y se encuentran en prisión incondicional y sin fianza, acusadas por el intento de asesinato.