Nuestro día a día comienza desde por la mañana con gestos rutinarios: abrimos la nevera, sacamos el brik de leche, lo vaciamos y acto seguido lo tiramos al cubo amarillo; hacemos el café, lo echamos en nuestra taza, limpiamos la cafetera y echamos los posos al cubo marrón; nos servimos los cereales, se acaban y depositamos la caja de cartón en la bolsa de reciclar el papel… Eso solo es el desayuno, pero podríamos citar incontables escenas similares de nuestro día a día.
Separar los residuos es una costumbre más que podemos integrar en la rutina diaria sin que suponga un gran esfuerzo. Pero si aún no lo has conseguido, te explicamos algunos trucos para hacer del reciclaje un hábito más.
Tener un cubo, bolsa o espacio para cada residuo
Este es quizá el paso más importante para conseguir una separación eficiente de los residuos. No siempre hace falta tener cubos para cada cosa (aunque conviene por higiene separar los restos o los residuos orgánicos), se trata simplemente de tener una bolsa o un espacio diferenciado en casa en función del residuo.
Por una parte, un lugar asignado para los envases de plástico, latas y briks. Es decir, para aquellos que después llevaremos al contendor amarillo. Otro espacio para el papel y cartón, quizás este sea el residuo que menos espacio ocupe en casa, ya que se puede doblar o cortar. Además, el papel y el cartón se puede acumular en una bolsa del mismo material para poder desecharlo en el contenedor azul (si lo has metido en una bolsa de plástico, recuerda: puedes reutilizarla o tirarla en el contenedor amarillo). Por último, debemos tener un espacio reservado para los restos y/o la basura orgánica, al contenedor gris de tapa naranja, la primera y, al marrón, la segunda (si se recoge en tu ciudad).
Comprime los envases y las cajas de cartón para que ocupen menos
Otros residuos, como el vidrio o el aceite usado, no nos requerirán gran espacio, ya que solemos acumular menos: el aceite usado, que no debemos desecharlo por el fregadero, podemos ir poniéndolo en un tarro o botella hasta que se llene y lo llevemos al punto de recogida correspondiente.
Para facilitar el hábito, lo ideal es tener estas bolsas o cubos en la cocina, sobre todo para los envases que están en contacto con los alimentos. Un consejo práctico es que estos cubos sean de diferentes colores (como los contenedores) o estén etiquetados: un detalle que agradecerán las visitas y una excusa menos que tendrán para no reciclar los más perezosos de la casa.
Otros residuos que vayan al punto limpio, como cables, electrodomésticos, cristales o espejos, entre otros, podemos almacenarlos en otros espacios de la casa como la terraza, el trastero, el garaje o el sótano. Se trata de buscar el espacio que nos resulta más práctico en el día a día.
Lee la información de los envases
Informarnos sobre el material del que están hechos nuestros envases es clave para entender mejor a qué cubo debemos depositarlos o qué tenemos que hacer con ellos y, por tanto, facilitarnos la tarea. Para ello, ayúdate de la información que proporcionan los propios envases. En los más comunes se suele indicar siempre si el material es reciclable, e incluso a veces te detalla a qué cubo debes depositarlo, como en los ejemplos que ponemos a continuación.
En los envases que van al contenedor amarillo, esto es, plásticos, latas y briks, verás ese símbolo redondo con flechas. Es el llamado Punto Verde (al principio era de ese color), que, tal y como marca la Ley de Envases, indica que el fabricante del producto está pagando su reciclaje: se hace cargo de cubrir el coste que supone para los ayuntamientos recoger y tratar esos residuos, una vez que los hemos desechado al contenedor de reciclaje.
Por ello, este símbolo implica que ya desde su origen hay entidades y empresas que están participando para que ese material tenga una segunda vida. Al consumidor solo se le pide que lo deposite en el contenedor correspondiente: sería una pena no hacer ese pequeño gesto y tirar todo ese esfuerzo por la borda, ¿no crees?
Lava los envases y comprímelos para que ocupen menos
Estas dos sencillas rutinas te harán más práctico el reciclaje y además contribuirás a mejorar el medio ambiente. En algunas ciudades la recogida del cubo amarillo se hace en días alternos, lo que no nos permite tirar a diario esos residuos. Además, es muy probable, sobre todo si hacemos un uso responsable de los envases, que tardemos varios días en llenar una bolsa.
Por ello, para maximizar la higiene y evitar olores, conviene lavar los envases antes de tirarlos y retirar todo resto de alimento que contenga. De esta manera contribuiremos también a que el proceso de selección en planta y posterior reciclaje sea mejor.
Otra manera de optimizar el espacio en el cubo es comprimir los envases y cajas de cartón, es decir, aplastarlos o doblarlos de manera que ocupen el menor espacio posible. Así evitaremos que se nos llene enseguida la bolsa y tengamos que salir más veces a tirar la basura. Así también gastaremos menos plástico al reducir el número de bolsas: doble ventaja.
Fija una hora para sacar la basura
Como cualquier otro hábito, tener fijada una hora para bajar la basura hará que el reciclaje no suponga ningún esfuerzo. Es cuestión de establecerlo como una costumbre más de nuestra rutina. Incluso puede resultar práctico fijar días concretos para determinados residuos: los viernes, el papel, los sábados el vidrio, ir al punto limpio una vez al mes, etc.
En caso de duda, consulta a AIR-e
No obstante, existen tal cantidad de utensilios y materiales en nuestro entorno que es fácil encontrarse en la situación de no saber qué hacer cuando hemos de desecharlos. Si es el caso, procura tener a mano la app o la web de AIR-e, el asistente inteligente que resuelve dudas de reciclaje.
Por medio de un chat puedes formular preguntas que el propio bot te resolverá, también para aquellos objetos y materiales que no se reciclan y que van al contenedor de restos, como en el siguiente ejemplo en el que preguntamos sobre dónde tirar las mascarillas.
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