Tras una, dos, tres negativas mientras buceaban entre las ofertas de alquileres de pisos en Almería, Sukaina y su familia comenzaron a preocuparse. Residentes en la costa de la provincia andaluza desde hace una década, nunca habían tenido mayor problema para encontrar vivienda. Pero algo había cambiado.
Ya no les vale a los caseros con que sean buenos inquilinos. Ni que nunca haya habido problemas con los pagos de las mensualidades. Ahora, por primera vez, el problema es otro: son marroquíes. Y no les quieren, y así se lo hacen saber.
“Hay pisos, lo que pasa es el racismo, la discriminación. Al principio pensamos que era una mala racha, pero ya las inmobiliarias nos lo dicen claramente: los inquilinos sólo piensan aceptar familias españolas”, cuenta Sukaina a laSexta.com.
"Denos la oportunidad, prometemos estar a la altura"
La situación es tal, y ante la venta del piso en el que residían hasta ahora, que la desesperación les ha llevado a poner un crudo anuncio en el portal milanuncios:
Buenas, somos una familia de Marruecos, llevamos muchos años en España, estamos muy bien integrados [...]. Nuestra casera nos ha pedido que salgamos del piso porque lo quiere vender, llevamos muchos meses buscando. Encontramos pisos, pero la gente se niega a alquilarnos por ser de Marruecos (nos lo dicen tal cual). Nos duele mucho vernos en la calle con 3 hijos/as solo por nuestras raíces.
Pedimos que por favor nos den la oportunidad de demostrar que podemos estar en un hogar y cuidar de él. Trabajamos, somos responsables, no habrá problemas ni en pagos ni en el mantenimiento del piso.
Si tiene un piso para alquilar y nos quiere dar la oportunidad dejando de lado cualquier aspecto racista y los prejuicios, contacte con nosotros. Prometemos estar a la altura.
Su caso es tan hiriente, tan racista, que ha llegado a la arena política. La líder de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, lo ha llegado a compartir en redes sociales. Aunque no se ha puesto en contacto con ellos, confirma la joven a esta cadena.
Una familia "normal, típica"
Sukaina, de momento, mantiene la esperanza. Encontrarán un piso decente, tarde o temprano, que cubra sus necesidades de familia numerosa. Ella es la hija mayor en una familia formada por sus padres y tres hermanos más.
A sus 22 años, es estudiante de Educación Social en la Universidad de Almería. Además, de hecho, posee el título de integración social y atención a personas en situación de dependencia. Y aunque naciera en el país alauita, se ha criado en nuestro país y habla un perfecto y nativo español. “Si es que mis hermanos ya nacieron aquí”, sonríe, solícita, al otro lado del teléfono.
A Almería y en la zona en la que residen actualmente, en los alrededores de El Ejido -concretamente, en la pedanía de Balerma-, llegaron hace una década, procedentes de Burgos. El padre de la familia, de 48 años ahora, había encontrado un trabajo fijo, de 8 horas, en un invernadero.
Le reportaba unos ingresos decentes, y suficientes para que su esposa, de 46, pudiera ser ama de casa. “Sobre 1.100 euros”, especifica Sukaina. Ahora, de hecho, ha mejorado su situación laboral y es tendero en un comercio de alimentación de Balerma.
Los cuatro hijos, escolarizados, y buenos estudiantes. Tanto, que desde hace un par de cursos Sukaina trasladó su residencia a Almería capital a un piso compartido mientras estudia en la universidad. “Somos una familia supernormal, típica, como tantas en Almería”, guiña.
"Pensamos que era una mala racha"
De hecho, por esa misma época, fue cuando su casera actual -de la que sólo habla maravillas y quien se ofreció a ser su referencia para otras viviendas, puesto que estaba “muy contenta” con ellos- les comunicó que pretendía vender el piso.
No era inmediato, más bien una idea. Por eso, en primer lugar, se lo ofreció a la familia, por si deseaban adquirirlo. “Pero no, no podíamos comprar”, comenta la joven. Fue antes del COVID-19, incluso.
“La búsqueda comenzó, ya con el verano, y no encontramos, pero era normal. Durante todo el año de 2019 y 2020 buscamos. Pero somos una familia numerosa: 2 adultos y 3 niños”, comenta la estudiante de Educación Social. “La mayoría de las inmobiliarias con pisos de 3 habitaciones decían que preferían o parejas o personas españolas, así, tal cual”.
No se desalentaron. “Pensamos que era una mala racha, que ya encontraríamos piso”, admite, pero las únicas ofertas que les han hecho hasta ahora son de pisos con condiciones que “no eran ni higiénicas ni adecuadas”.
A días de "quedarse en la calle"
Pero el tiempo pasaba y, tras la pandemia, su casera decidió vender la casa. Y la nueva propietaria les alquiló, en febrero, por cuatro meses. “Ella y nosotros suponíamos que nos íbamos a ir a final de junio. Nos mandó una carta de aviso de que teníamos que salir, pero no nos han aceptado en ningún lado”. Ahora, el asunto anda en manos de los tribunales: la propietaria desea acceder a su vivienda, pero ellos aún no tienen solución habitacional.
“Mis padres y yo estamos encantados de dejar el piso, pero no podemos irnos a la calle”, se lamenta. “Hablamos con varios caseros e inmobiliarias antes y lo de siempre: o no querían gente marroquí, o que prefieren a personas españolas”.
A ello se suma que el precio del alquiler en Almería está subiendo hasta cotas inusitadas, y para trabajadores de invernadero o comercio, no pueden permitirse cifras prohibitivas.
Sin embargo, el tiempo corre en su contra. Ellos, a la vista de la situación, andan ya desesperados ante la odisea de encontrar algo tan sencillo como una vivienda digna. Su única pega: el racismo. Pero no decaerán: “Sólo pedimos una oportunidad”.
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