Vivimos, dicen los expertos, en una sociedad tan competitiva que nos obliga a ser siempre felices, pero que no nos enseña a solucionar los problemas cuando aparecen. Lo llaman el mandato de la felicidad.

Lo normal es tener caídas, bajones. Por eso, entender que no siempre tenemos que ser felices es una de las claves para prevenir el suicidio. Tolerar la frustración y aceptar los fracasos. Hacía ahí debe dirigirse nuestra educación emocional.

Porque las cifras muestran una dura realidad: en España cada día 200 personas intentan suicidarse y lo hacen diez. Al año, 2000. El 90% de ellas sufre una enfermedad mental, casi siempre depresión.

José Luis lo ha intentado varias veces. Ahora, hace terapia y se siente acompañado. "He resucitado como el ave fenix", reconoce, aunque admite que la estimagtización sigue siendo una carga.

Por eso piden medidas efectivas, como por ejemplo un teléfono de tres cifras gratuito y fácil de recordar. Es necesario, aseguran, que la salud mental sea una prioridad en la agenda política por una cuestión de derechos humanos.