Pintar murales, ir al gimnasio juntos, hacer puzzles o leer cuentos rejuvenecen, y animan, a los mayores de la residencia Orpea Meco, de Meco, en Madrid, y divierten a los alumnos de la escuela infantil que se encuentra dentro del mismo recinto.

En un principio, los alumnos de esta escuela, ahora abierta a todo el mundo, no interactuaban con los mayores, pero María Gutiérrez, educadora de este centro, cuenta que se dieron cuenta de que "cuando coincidían, o se veían entre los cristales, se buscaban y se miraban". Por eso decidieron que, dos veces por semana, durante media hora, realizaran actividades conjuntas. "Con una simple mirada, o un tocamiento de manos se dicen mucho", afirma esta educadora que nos cuenta que cuando los niños no ven a estos mayores los echan mucho de menos y viceversa.

De esta forma, los mayores confiesan que se sienten más jóvenes y los pequeños aprenden más rápido.

"Somos sus amigos mayores", comenta Teresa, residente del centro. "Son muy bonitos y se distrae uno mucho con ellos", nos cuenta Florinda y Joel, de dos años, siempre corre en busca de Paquita que asegura que "es muy listo y que todos los pequeños son muy ricos y le encantan".

Estos niños tienen a estos ancianos tan presentes que, incluso, hay fotos de sus amigos mayores en su clase de la escuela infantil. Así, los días que no toca encuentro intergeneracional también los sienten cerca.