El 18% de los casos de hepatitis infantil detectados en Reino Unido habían padecido COVID-19 previamente, al igual que 11 de 12 pacientes en Israel. Esta es una de las bases del estudio de la revista científica 'The Lancet' que apunta que el coronavirus podría ser el origen de la hepatitis infantil aguda de origen desconocido que deja ya más de 400 casos en todo el mundo, según el último recuento de la OMS.

"Puede ser una combinación de los dos, del virus SARS-CoV-2 y además de un adenovirus", resume la doctora Matilde Canelles, inmunóloga e investigadora del CSIC.

La hipótesis apunta que, tras infectarse por COVID-19, pueden quedar reservorios virales en el tracto intestinal del menor. Pasado un tiempo, y al contagiarse con un adenovirus -es decir, un refriado común-, se activan unas células inmunitarias que atacan al hígado.

"El hecho de tener estas proteínas en el torrente sanguíneo y además infectarse con el adenovirus, es lo que produciría la respuesta inmunológica desmedida que dañaría el hígado", precisa Canelles.

No obstante, aún no se conoce con exactitud el origen de la hepatitis y, según indica el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, "se están barajando todas" las posibilidades y "ahora mismo lo cierto es que no hay ninguna a la que se pueda asociar con un mínimo de seguridad".

Alrededor de un 10% de los niños que han sufrido esta hepatitis han tenido que recibir un trasplante de hígado. En España, hasta la fecha se han detectado 26 casos en investigación.