La investigadora de la Universidad de Stanford (EEUU) Soh Kim, directora de Food Design Research de Stanford, que se encuentra en Barcelona para participar en el foro Food Hackaton, organizado hoy en la escuela de negocios ESADE, ha impartido un taller de diseño alimentario (food design) a los niños del colegio L'Horitzó para que elaboraran sus propios platos.

La actividad permitió a los niños probar algas por primera vez, comprobar que les gustaban y comentar su sabor en grupo, además de inventar combinaciones de comida que a los adultos les parecerían imposibles. "Es importante que los niños tengan su propia voz" a la hora de preparar la comida, ha afirmado Soh Kim en una entrevista, una tarea que normalmente realizan los padres.

El taller, que por primera vez se impartía fuera de Estados Unidos y a niños pequeños, consistía en experimentar y analizar en parejas con distintos tipos de comidas para acabar creando un plato y ofrecerlo al compañero de taller.

Soh Kim ha asegurado que la actividad pretende romper estereotipos sobre que los niños no comen ciertos tipos de comida porque no les gusta, unos estereotipos que normalmente vienen de los adultos. Victoria Jing, colaboradora de Kim, ha valorado que los niños son más "aventureros" que los padres, una cosa positiva, ya que están más dispuestos que sus progenitores a probar cosas nuevas.

Kim considera especialmente importante dar a conocer la cocina y la dieta a los niños "desde edades muy tempranas", y sobre todo hacerlo a través de la "experimentación, la innovación, la colaboración", y también el juego. "Enseñamos a los niños que la cocina es un lugar peligroso", lamenta la investigadora, "mientras que tendríamos que enseñar que la comida es divertida". Cindy Ma, otra compañera de Kim, apunta que aprender de pequeños "hace más probable que de mayor te intereses más" por una dieta sana, y puede ser una manera de "prevenir enfermedades en el futuro".

Según la OCDE, un 26 % de los niños y un 24 % de las niñas tienen sobrepeso en España, unos datos por encima de la media de los países de esta organización. Las investigadoras lamentan que los malos hábitos en dieta provengan de la "distancia" y el "desconocimiento" sobre "el origen de la comida". "Los niños ya no van a comprar, los padres están ocupados y utilizan aplicaciones para pedir comida", critica Soh Kim, que defiende que es "crucial educar a los padres" sobre la dieta y las "dinámicas familiares" que se desprenden de conocer más la comida e implicarse en cocinarla y comerla en conjunto. "Mis padres me hacían beber leche, aunque no la digiero bien", explicó Kim, "¡porque pensaban que me haría crecer!".

Para solucionar el problema, Kim y sus colaboradoras aseguran que los niños deben implicarse en el proceso de creación de las comidas, no sólo en la familia sino también en la escuela. "Tenemos que ser muy responsables", reconoce Anna Valero, directora de la escuela L'Horitzó, ya que los niños "pasan mucho tiempo" en la escuela y comen tres veces en el centro educativo.