A Diego le faltó apoyo y motivación. Con 17 años decidió dejarse los estudios. Como le ocurrió a él en su día, este curso muchos estudiantes gitanos no volverán a clase. La tasa de fracaso escolar en estos alumnos es mucho más alta que en la del resto. De un 62,8% frente al 4% del alumnado general. Se debe, sobre todo, a las tasas de pobreza (87,4%) y exclusión social (86,8%). Además de la segregación que hay en los centros educativos.

Ese abandono se traduce en una desigualdad cada vez mayor. Libertad Lozano, estudiante, cuenta que ella sí que contó con el apoyo de sus profesores. Pero reconoce que no es lo habitual. "No tienen expectativas. Si hay algún profesor que no cree en él, él tampoco va creer en él mismo", explica la joven.

En este abandono escolar tienen un papel importante las tasas de pobreza. "En España es del 30%, mientras para los niños y niñas gitanas es del 86%", cifra Isidro Rodríguez, de la Fundación Secretariado Gitano.

Familias que, a pesar de las expectativas en que sus hijos se formen y progresen, no tienen recursos para conseguirlo. "Dicen que eso no es para ellos y ese desánimo les lleva a decir: 'mejor ayudo en casa o trabajo o hago otra cosa'", asegura Rodríguez.

También influyen los estereotipos con los que han tenido y tienen que convivir por ser gitanos. "Por mi apellido me negaron a sacarme el carné de biblioteca y no tenía acceso a los libros que necesitaba", denuncia Tania.

Con el apoyo de sus padres, Samuel consiguió terminar el Bachillerato. "Tener una meta y una claridad hacia el futuro creo que ayuda mucho", cuenta. Él ya es un referente en casa. Su madre le pone de ejemplo para sus hermanos. "Yo siempre lo pongo como referencia en casa con los otros hermanos y les digo 'niños, el Samuel va pa'lante'", cuenta ella misma.

Por eso, para que historias como la de Samuel no se queden en una anécdota, desde las organizaciones reclaman una educación más inclusiva y con igualdad de oportunidades.