Más de 600 menores, la mayoría de origen sirio, viven en el CETI de Melilla, un centro de adultos. Están acostumbrados a presenciar conflictos y peleas constantes entre los mayores. Quienes trabajan con ellos dicen que este CETI saturado no es el mejor lugar para ser niño.
"No existe un espacio lúdico, y el CETI no está habilitado para que puedan jugar o escolarizarse", explica la abogada de CEAR Teresa Vázquez. Se trata de las personas más vulnerables de todo el centro.
En el CETI podemos encontrar niños de todas las edades, hasta un recién nacido de nacionalidad siria. Son curiosos, risueños y generosos, pero sus preguntas y sus expresiones no son las de un niño. Como no se sabe el tiempo que los niños van a permanecer en el CETI, su escolarización es complicada. En el centro intentan que, mientras permanecen allí, acudan a clases en diferentes colegios de Melilla.