Pese al temor de que la manifestación convocada, y que la Delegación de Gobierno en Madrid cifró en 2.500 asistentes, pudiera terminar con disturbios, la protesta, que se convirtió también en un acto de recuerdo del fallecido, concluyó sin incidentes.

Tras un minuto de silencio en la plaza de Nelson Mandela, los congregados fueron abandonando el lugar aunque varios centenares se quedaron en círculos donde iban tomando la palabra sobre temas como la Ley de Extranjería o los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs).

Estos grupos se fueron dispersando poco a poco y pasada la medianoche, las calles de Lavapiés fueron recuperando su imagen habitual aunque eran visibles todavía algunos destrozos de la noche anterior, como una estación de Bicimad casi calcinada o una parada de autobús destrozada.

También quedaban algunas lunas de escaparate rotas y el rastro de adoquines arrancados de la calzada, aunque los operarios se han encargado de recoger cualquier rastro de piedra o elemento que pudiera suponer un peligro para los viandantes.

También se mantiene encendido el altar improvisado en la calle del Oso, donde falleció el senegalés y que desde el pasado jueves recibe la visita de amigos y curiosos que muestran su solidaridad. Junto a un cartel donde se puede leer 'Mame Mbaye DEP' hay varias velas y alguna flor.