Lorca cumple el tercer aniversario del terremoto de 5,1 grados en la escala de Richter que la devastó en 2011 y que ha obligado a la ciudad a trabajar sin tregua en una reconstrucción casi inabarcable que ahora llega a su "ecuador", según las autoridades, y que evoluciona a un ritmo más lento del deseable para los damnificados.

El aniversario será recordado con el tañido fúnebre de las campanas de una iglesia a la misma hora en la se produjo el seísmo y con visitas guiadas por geólogos a la falla que desencadenó la tragedia. No habrá actos oficiales que conmemoren la catástrofe, porque su recuerdo sigue nítido en la memoria de todos los lorquinos y porque sus efectos siguen condicionando la vida en la ciudad tres años después, como anoche puso de manifiesto un grupo de damnificados que recorrió las calles reclamando soluciones a los problemas pendientes.

En la tarde del 11 de mayo de 2011 el seísmo liberó una energía similar a la que producen dos millones de kilos de explosivos, provocó nueve muertos, 324 heridos, daños en unas 24.000 viviendas y en todos los edificios públicos, así como el derribo posterior de 1.152 casas que estaban habitadas en el momento de la catástrofe.

Las pérdidas fueron cuantificadas en 1.200 millones de euros y la ciudad quedó convertida en una tremenda montaña de escombros y en un ingente solar vacío con una superficie equivalente a 17 campos de fútbol, sobre el que ahora se reconstruyen unas 900 viviendas, de las cuales solo 130 han sido totalmente concluidas, aunque otras 500 podrán ser habitadas este verano.

De las 3.000 personas que perdieron sus hogares en una demolición solo han conseguido regresar a sus casas un 8,6 por ciento y el resto permanece desplazado en segundas residencias o en pisos alquilados, y 13 familias sin recursos en viviendas prefabricadas. En este período se han reparado los daños del 98% de las más 20.000 viviendas que sufrieron desperfectos, pero todavía están pendientes de derribo varias decenas de edificios.

Algunas zonas, como el barrio de San Fernando que fue íntegramente derribado (cayeron 232 pisos en demoliciones controladas), siguen siendo un solar, mientras que la reconstrucción del parque inmobiliario es ya muy perceptible en el barrio de La Viña, la denominada "zona cero".