Said y toda su familia llegaron a Córdoba desde Marruecos hace 10 años. Ahora se preparan para un Ramadán confinado y distinto debido a la crisis del COVID-19. La pandemia modificará la tradición de más de 1.800 millones de creyentes en todo el mundo.
"Este Ramadán es especial. Estaremos más en contacto con nosotros mismos", explica Isabel Romero, de la Junta Islámica de Córdoba.
Nunca antes en la historia se habían dado cambios en el Ramadán. Las mezquitas permanecen cerradas. Así, tal y como apunta Amanda Figueras (Foro Abraham para el diálogo Interreligioso), no se podrán hacer los rezos comunitarios por la noche y las oraciones del viernes tampoco se podrán llevar a cabo.
Ante esta situación, la tecnología se presenta como la principal aliada para practicar el rezo y el ayuno comunitario ahora tendrá que ser en solitario. "No se va a poder compartir cosas con otra gente", señala Mohamed El Mizeb, presidente de la Federación Musulmana de Castilla y León.
La Meca, la ciudad santa, también permanece cerrada por la crisis sanitaria. Pero la segunda religión con más fieles en el mundo no duda: se adaptaran para que el coronavirus no afecte a su tradición. "Juntos y unidos saldremos de esta situación", añade Said desde su hogar.