La tragedia por la explosión en la planta petroquímica de
Tarragona que ha acabado con tres vidas pudo haber sido peor. La primera víctima fue Sergio Millán, un hombre de 55 años que murió aplastado por una chapa de
hierro de una tonelada que voló tres kilómetros y acabó derrumbando el techo de
su piso, en el barrio de Torreforta.
Era la tapa del reactor que explotó: atravesó la fachada del
vecino de arriba, rompió el suelo y lo aplastó. Los Mossos publicaban este
martes una fotografía en la que se pueden ver los graves destrozos que provocó
en la vivienda en la que vivía con su mujer.
Pero esa no fue la única chapa de hierro que voló lejos por
la fuerte explosión: otra como la que acabó con su vida cayó en una zona muy próxima
al Complejo Educativo de Tarragona, donde miles de estudiantes acuden a
institutos de formación profesional.
El impacto de esta placa hubiera sido mortal de necesidad
pero afortunadamente cayó sobre una zona más apartada. Otro trozo de hierro cayó
en el puerto de Tarragona y provocó numerosos daños en varios coches.
Además, según apunta 'Diari de Tarragona', una válvula de
1,5 metros de alto por 50 centímetros de ancho y con un peso de 300 kilos, voló
un kilómetro hasta el puerto y provocó un agujero en el suelo de dos metros.
Decenas de afectados han presentado denuncias ante los
Mossos d'Esquadra y es que la metralla de la explosión llegó a varios kilómetros metros a
la redonda causando muchos daños en diferentes puntos de la ciudad.