Después de casi cuatro días, el padre de Julen ha conseguido reunir fuerzas para hablar. "Hay gente que dice que son padres y que me entienden, pero no, no me entienden", señala.
Desde el domingo Jose y su mujer no se separan del pozo, han dormido dentro de un coche y ahora en una carpa, a la espera de recibir cualquier noticia. "Mi mujer está rota, estamos muertos", añade.
Y tras las quejas desesperadas que hizo el pasado martes, reconoce que, por fin, ve movimientos y avances y que lo único que le da fuerzas para aguantar es la esperanza de ver a su hijo con vida. "Tenemos un ángel que va a ayudar a que salga vivo lo antes posible", asegura.
Lo mismo espera su abuela, a la que hemos visto rota de dolor. Sólo espera que su otro hermano, que falleció tras un ataque al corazón, le esté ayudando. "Son muchos días los que mi niño lleva allí metido, y esos días son muy fuertes. Mi Óliver está protegiendo a su hermano, le está arropando que no pase frío y miedo", dice entre lágrimas.
Es lo único que les queda, la esperanza, y a ella se van a aferrar hasta el último momento.